Este artículo se publicó hace 14 años.
El duelo que fagocitará una generación
Cada generación siempre calca la dinámica. El líder y el rebelde. El héroe y su aprendiz. Un ciclo de la vida que ahora manejan Contador y Andy Schleck. Por edad, 27 años para Alberto; 25, para Andy, el luxemburgués acabará fagocitando al de Pinto, como este hizo con Armstrong. Pendiente de su renovación con el Astana, el Tour también ha consolidado una rivalidad que se presume duradera entre Contador y Andy Schleck. El luxemburgués, dos veces segundo, no se conforma con el papel de Poulydor y está convencido de que el español no es imbatible.
Andy Schleck, el gran rival, estudia vídeos de Contador para doblegarle
"Este año no he podido conseguir el objetivo, pero dentro de un año volveré a París con el maillot amarillo", amenazaba ayer el del Saxo Bank. Un hito que pasa inexcusablemente por someter al de Pinto. Una obsesión por la que Andy ha pasado largas horas en el sofá de su casa luxemburguesa estudiando el pasado Tour mientras se recuperaba, la pasada primavera, de una pequeña tendinitis en la rodilla para llegar a la conclusión de que dejarle coger un metro a su gran rival cuando arranca cuesta arriba significa, irremediablemente, precipitarse a la perdición, despedirse de la victoria.
La misma obsesión que llevó a Bradley Wiggins, la gran decepción del Tour que concluyó ayer, a analizar con minuciosidad matemática los vídeos de los ataques del chico de Pinto en la montaña en la edición de 2009. En ese terreno, Wiggins volcó su ímpetu disfrazando a Contador de moto que simuló la intensidad, velocidad y duración de los hachazos del mejor escalador del mundo. Dice Wiggins, el primer británico que quiere ganar el Tour, que lo primero que le ha pedido su psicólogo es que derribe los muros de la imposibilidad de su mente, pues son estos los que le impiden progresar, que Contador es el mejor escalador del mundo pero que no es imbatible, más que nada, por su condición humana. "Tiene huesos, músculos, grasa, poca, y piel; no cables cubiertos de hojalata", asegura el británico. El único, por edad y atisbo de potencial, que puede entrometerse en la dualidad entre Schleck y Contador.
¿Y Contador? ¿Qué o quién le roba el sueño al mejor ciclista del mundo? "Nada, Alberto no está obsesionado con nada ni con nadie", responden desde su más íntimo entorno. "Él sólo quiere sentirse bien. Nada más", ahondan. La revolución, la mejora, la ha buscado en el material. A su físico lo exprime tanto como le concede descanso. "No necesito subirme cada día a la bici para saber que van bien las cosas", admite Alberto, aplicado con las tablas de vatios y los momentos de esfuerzo que le marcan sus preparadores en los entrenamientos. "Él va a lo suyo. Nada de fijaciones", explica su hermano Fran. Con esa naturalidad afrontará el próximo Tour.
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