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El efecto Iniesta

Hasta que el centrocampista no entró, el equipo de Guardiola no superó a un Athletic muy ordenado

LADISLAO MOÑINO

 

La mítica acústica de San Mamés y el fútbol espasmódico que genera en su equipo amenazaban al Barça y se lo hicieron pasar mal hasta el final, cuando Llorente empató el gol de Abidal a seis minutos del final.

Hasta que Iniesta no saltó al campo, el Barça no se sintió el Barça. Guardiola le había dejado en el banquillo y sin él quiso ser el equipo de siempre, pero no le salió. Dos pases de Iniesta asustaron al Athletic, que hasta entonces había resistido e incluso se había desplegado con intenciones dominadoras en el inicio del segundo tiempo. Pero con el 8 en el campo todo cambió. La circulación, atascada, volvió a fluir, a generar espacios, y un rondo lo culminó Abidal. Los preparativos del gol homenajearon el intento del Barça por mantener su estilo desde el inicio.

No había terminado el speaker de San Mamés de recitar la alineación del Athletic cuando Villa y Messi sacaron de centro. Al primer rondo, primer gol del Barça pareció querer firmar el equipo de Guardiola. Un fuera de juego inexistente de Villa y Messi evitó que se diera la vuelta a ese tópico axioma de, al primer bostezo, gol de Alemania. Pero aquel primer viaje de la pelota, de pie a pie, fue toda una declaración de intenciones, aunque Caparrós evitó que fuera un rondo festivo. Esta vez no ordenó un partido pasado de revoluciones para el quite. Las dos líneas de cuatro mantenían la posición. Aguantaron para ahogar a Messi y Xavi en el medio, para no descubrir espacios en esos juegos de dentro hacia fuera y viceversa que también ejecuta el equipo de Guardiola. No hubo apenas diagonales de Pedro y Villa.

El Barça jugó contra la acústica, el mal estado del césped y la pizarra de Caparrós 

El Barça jugó ayer contra la legendaria e intimidante acústica de San Mamés, contra el mal estado de la hierba y contra la pizarra de Caparrós. Con el Barça no se sabe ya si un terreno en mal estado puede ser tan o más eficaz que una presión agresiva o un repliegue modélico. Esas dificultades está acostumbradas a superarlas. Pero lo de la hierba le hace daño porque vive de la pelota. Con ella trató de amansar los leones, a los del campo y a los de las tribunas. A los diez minutos los índices de posesión, 80% blaugrana,

habían anestesiado al Athletic y a la grada. En medio de ese silencio acongojante Villa remató al centro de la portería un cabezazo tras una rosca de Alves. Iraizoz sacó la mano con un acto reflejo que fue suficiente.

Ante tanto toque, tronó el 'Athletic, Athletic' y al menos los jugadores de Caparrós empezaron a hacer daño por la vía rápida y con los recursos que podían desplegar. Una prolongación con la cabeza de Llorente para Gabilondo, un centro atrás de este y el remate por alto de Susaeta. Los saques de banda próximos al área eran la otra gran baza del Athletic y en alguno crearon peligro. A partir de ese momento, el Barça ya no se sintió tan cómodo, impreciso. Sus toques morían en los tres cuartos. Entre otras cosas, porque Keita no es Iniesta. Ganaba despliegue Guardiola, pero perdía inventiva. Cuando la recuperó ganó la eliminatoria.

Athletic: Iraizoz; Iraola, Ocio, Ustaritz, Koikili; Susaeta (D López, m. 46), J. Martínez, Gurpegui; Gabilondo (Muniaín, 80)); Toquero (De Marcos, m. 67) y Llorente.

Barcelona: Pinto; Alves, Piqué, Abidal, Adriano (Iniesta, m. 61); Xavi (Puyol, m. 78), Busquets, Keita; Pedro, Messi y Villa (Afellay, m. 87), .

Goles: 0-1. M. 75. Abidal, de tiro raso cruzado. 1-1. M. 84. Llorente, con la puntera desde la frontal del área.

Árbitro: Muñiz. Mostró tarjeta amarilla a Gurpegui, Toquero, Busquets, Ustaritz y Pinto.

San Mamés: 40.000 espectadores.  

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