Este artículo se publicó hace 15 años.
El empate perfecto
Un gol de Henry compensa otro regalo de Valdés y rescata un buen resultado para el Camp Nou. El Barça vuelve a sufrir en exceso, pero se recupera a tiempo y acaba imponiendo su juego.
Enrique Marín
A diferencia de Johan Cruyff, que calificó de "perfecta" la derrota del Barça ante el Espanyol, Guardiola cree que perder nunca es bueno. A veces, y a eso se refería el holandés, es necesario dar un paso atrás para dar dos adelante. Pero, claro, una segunda derrota ya no puede ser perfecta, de ahí que el empate de anoche en Lyon sea de valorar y celebrar por los azulgrana dadas las circunstancias.
Herido en el orgullo, espoleado por una presión inventada precisamente para meterle presión, el Barça se jugaba ante el Olympique dejar encarrilada la eliminatoria de octavos de la Liga de Campeones, pero también reafirmar, más que recuperar, el crédito. Antes del derbi el Barça ya llevaba varios partidos sin encontrar su fútbol. Excesivamente acomodado en el éxito, a sabiendas de que en caso de atasco siempre está Messi. Pero en la sociedad de lo inmediato nada es más fugaz o efímero que el éxito y sabido es que el último resultado vale más que toda una trayectoria. El derbi hizo daño, pero el Barça no tenía tiempo de lamentarse.
El Lyon mordió hasta que se le acabó la gasolina y Benzema se esfumóOtro fallo garrafal de Valdés con el partido recién estrenado desconcertó a los de Guardiola, que se habían hecho con el balón en propiedad nada más sacar de centro y mantenían al Lyon entretenido en perseguirlo. Conocida es la destreza de Juninho a balón parado, aunque en esta ocasión su lanzamiento no llevaba peligro. Era un balón franco, sin ninguna cabeza que pudiera cambiar su trayectoria y despitar al portero. Una pelota que hay que atacar sí o sí, pero que, sin embargo, a Valdés se le coló por encima.
Con el meta azulgrana aún desconcertado por su pifia, Piqué estuvo a punto de desviar a puerta una peligrosísima llegada de Benzema, un delantero exquisito pero excesivamente intermitente. La presión del Lyon era una locura y el Barça no lograba poner un poco de sensatez al partido. Otra vez se echaba en falta a Iniesta, un futbolista al que no hay que cansarse de reivindicar porque él nunca lo va a hacer.
Su humildad es tan grande como su talento y si alguien le añora es Xavi, demasido solo en la construcción. En el minuto 14, Xavi por fin encontró a Etoo y el camerunés envió el balón al palo. El susto le dio un suspiro al partido, que se tranquilizó un poco para beneficio del Barça. La presión de los franceses seguía siendo efectiva. Por acumulación e intensidad. Con Benzema por delante incordiando cada vez que tocaba la pelota.
El Olympique, un equipo doméstico, con un liderato indiscutible en Francia pero limitado en Europa, se encontró con el partido que más le convenía. Con continuas idas y venidas. Sin pausa. Con su centro del campo estrangulando cualquier intento azulgrana de pensar el juego. Claude Puel debió de tomar buena nota de cómo planteó Pochettino el derbi. Interrumpir antes que dejar maniobrar al Barça. La pregunta era evidente: ¿cuánto tiempo sería capaz de aguantar el Lyon ese ritmo frenético? El Barça ganaba metros, pero necesitaba un gol para recuperar la confianza en su fútbol e imponerlo.
El fútbol posicional de los azulgrana sigue echando en falta a IniestaEl descanso, para pensarGuardiola apuró hasta el último segundo del descanso para instruir a sus jugadores. La consignas debieron de apelar a la tranquilidad, a jugar con la pausa necesaria. Que el Lyon empezara a pagar el esfuerzo (y en este caso no es un tópico) era cuestión de tiempo. Si a eso se le suma que el Barça empezó a parecerse a sí mismo, el empate parecía obligado. El gol de Henry fue una liberación para los azulgranas, que recuperaron definitivamente la confiaza y recargados de ella se volcaron en busca de la victoria ante un Lyon que acabó siendo un gatito.
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