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El equipo que no se doblegó ante Hitler

En sus primeros años de vida, el Bayern de Múnich se opuso al nazismo, al contrario que otros clubes alemanes de la época

E. O.

El 22 de marzo de 1933 no fue un día cualquiera en Alemania. Sólo dos semanas antes Hitler había ganado unas elecciones sin mayoría, pero con el poder suficiente para campar a su antojo y poner los pies allá donde deseara.

Y el fútbol teutón no fue una excepcion. Pese a que era algo que el dictador despreciaba, Goebbels supo abrirle los ojos sobre la capacidad del deporte rey para influir y atraer a las masas. Y el Führer no lo desaprovechó. Apenas hubo clubes que se interpusieron en sus deseos, pero uno al menos lo intentó. Y ese frío día de la recién estrenada primavera de 1933 fue una muestra. Kurt Landauer, por entonces presidente del Bayern de Múnich, dimitió forzado por el nazismo, contrario a asumir sus directrices.

Landauer, además, era judío, como ciertos técnicos y jugadores de la plantilla del equipo bávaro de la época, algunos asesinados como ocurrió con millones de personas. Ello le llevó a acabar en el campo de exterminio de Dachau, donde 'sólo' permaneció 33 días por el hecho de que luchara en la I Guerra Mundial, y tras su salida se apresuró a exiliarse en Suiza.

No es casual que por entonces los muniqueses tuvieran un presidente judío. De hecho, el nacimiento del Bayern tuvo un marcado acento hebreo, ya que dos de los 17 fundadores del club en 1900 también lo eran. Así que en medio del terror generalizado, el Bayern se caracterizó por ser 'una fortaleza de liberalidad en medio de una ola de antiliberalismo y antisemitismo', como afirma el historiador Dietrich Schulze-Marmeling en el libro El FC Bayern y sus judíos. Ascenso y destrucción de una cultural liberal del fútbol.

Schulze-Marmeling cuenta cómo, tras la obligada salida de Landauer, la directiva del club trató de desobedecer en la medida de lo posible las órdenes nazis. Algo que contrasta con la posición asumida entonces por clubes como el Schalke 04. En un claro desafío al régimen, que había amenazado con represalias, la plantilla incluso visitó a su querido expresidente, aprovechando su presencia en Ginebra para jugar un amistoso.

Al acabar la II Guerra Mundial, Landauer regresó al equipo, donde acabó finalmente su etapa en 1951. La ascensión del nazismo detuvo la del Bayern de Múnich, que en 1932 había ganado su primera liga germana. Los bávaros no volvieron a ganar un título importante hasta 20 años después y una liga hasta los años 60. El club muniqués, lejos de reconocerle, trató de ocultar su persecución por el nazismo desde el mismo día de su muerte, en 1961. Casi cinco décadas después, la actual directiva del equipo reparó su memoria con un homenaje al que fue uno de los primeros símbolos del Bayern.

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