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En España también existe el talentazo

Eusebio Cáceres, el saltador de longitud del futuro, se ha clasificado esta mañana para la final de Moscú con autoridad de sabio.

ALFREDO VARONA

Aunque parezca mentira, en el atletismo español también existe el talentazo: ese muchacho muy por encima de la media capaz de liderar el ‘Plan Renove' y de depurar las esperanzas de una generación. El atleta es Eusebio Cáceres, saltador de longitud de 21 años, clasificado esta mañana para la final de Moscú con autoridad de sabio. Ha sido en un único salto de 8,25 metros, limpio y maravilloso, empeñado en recuperar una etapa, la de Yago Lamela, que siempre se echa de menos.

Han pasado 14 años desde aquel 'salto límite' en el Mundial de pista cubierta en Maebashi (Japón) en el que Lamela afinó 'al cien por cien' y llegó a 8 metros y 56 centímetros. Aquello lo convirtió en un ídolo, en un personaje de masas en un país que necesitaba gente como él, porque no los había. Entonces la selección de fútbol no era una fábrica de sueños, Gasol no había llegado a la de baloncesto, no había nadie como Nadal ni como Fernando Alonso, ni siquiera como Mireia Belmonte.

Así que todo lo que pasó casi le pilló por sorpresa a un saltador de longitud como  Lamela que se hizo célebre por esa frase ('me comía un sándwich y tenía 100 ojos observándome') que no  gestionó demasiado bien. 'Estaba acostumbrado a ser anónimo y el hecho de que la gente me parase por la calle me creaba presión y ansiedad'.

Eusebio tenía ocho años entonces.   Se acuerda, por lo tanto, levemente de esa etapa que, por supuesto, no se parece a lo que ahora vive él.  Hace un mes fue por la Gran Vía de Madrid y no le reconoció nadie.  Pero no pasa nada. Hay tiempo para Eusebio que, antes de llegar a Moscú, saltó 8,37. Y, aunque esto no son matemáticas, hay demasiadas esperanzas que  se inspiran en él.

A la misma edad que Lamela, salta un centímetro más. Y no sólo, sino que también ha llegado a Moscú tras un año fantástico. Por eso España, fiel a su cultura, se abraza a él con confianza para competir con cualquiera.  'Nosotros vivimos mucho del azar y del talentazo y tenemos que aprovecharlo', reconoce Ramón Cid, director técnico de la Federación, el hombre que debería ser el más prudente y que, sin embargo, es el primero en hablar de 'las opciones de medalla' de Eusebio en este Mundial.

La sensación es que va directo a ella. Viene con la tercera mejor mundial marca del año. Ni siquiera una mala noche ('estaba resfriado y no he descansado bien') le ha impedido ser el mejor y el más rápido en clasificarse. Bastaban con 7,87, pero Cáceres ha hecho 8,25. Lo ha hecho con la seguridad que maneja desde el año pasado cuando se quedó a un centímetro de la final olímpica en Londres, Entonces, en vez de decir ‘está bien', ‘he venido a aprender', se cogió un enfado bestial. Porque Cáceres sabe que en una prueba tan explosiva como la suya, en la que las articulaciones se machacan tantísimo, no queda otra que aprovechar el momento.

Y eso que él no es como fue Lamela, quien ha recordado siempre que se entrenaba 'por encima de lo que mi cuerpo podía aguantar. Eso me llevó una carrera muy explosiva, pero muy corta'. Cáceres, sin embargo, no es así. Hace velocidad y pruebas combinadas para fortalecer los tobillos, pero aun así no es ajeno a su especialidad. 'Hay pocos saltadores que tengan más de dos años seguidos sin problemas'. Hasta ahora, él los ha tenido siempre, 'cada temporada en una parte distinta del cuerpo', lo que no es una casualidad. 'Son las consecuencias de una especialidad que convierte la velocidad en vuelo'. 

Eusebio Cáceres parte con una  ventaja. Como atleta especializado en los 100 metros, podría ser el saltador más veloz del mundo. Al menos, eso le dice el mítico Iván Pedroso,  el cubano, el héroe de los noventa con el que a veces coincide en Alicante, donde ejerce de entrenador. Iván, que fue el gran rival de Lamela, precisamente es un hombre a imitar. Siempre daba lo mejor de sí mismo en el último salto como sucedió en Maebashi (Japón) cuando rebasó los 8,56 de Lamela que ese día parecían imbatibles.

¿Acaso hay mejor manera de vencer? A menudo, Eusebio repasa esos vídeos y ahora, que  está en Moscú, con dos días de la medalla, no se olvida de ellos y piensa que esta vez ha de ser que sí. Al menos, él tiene esa intuición, 'y yo soy muy intuitivo para estas cosas', promete Eusebio, que tiene una manera heroica de defenderse de la presión. 'Me gusta muchísimo el atletismo'.

Así que no hay tanto drama en Eusebio como había en Yago Lamela hace 14 años cuando se convirtió en el saltador más mediático que ha dado este país muy por encima de gente tan buena como Corgos, Blanquer u Olivan. El caso es que ahora es el momento de Eusebio, cuya leyenda podría empezar hoy, aunque él parezca un poco por encima de la presión. Simplemente, porque es así. Los talentazos tienen estas cosas.

Se ha tirado meses con el WhatsApp estropeado y no lo ha echado de menos. Un muchacho intuitivo como no tantos y que, si fuese por él, se alimentaría toda la vida con 'un Big Mac con una Coca Cola gigante' , pero ahora mismo sabe que no puede ser. Ahora, tiene el mismo nutricionista que el tenista David Ferrer, come mucho pero bien y muy equilibrado todo. Ha aprendido, incluso, a cocinar, una ayuda más para Filomena, su madre, ama de casa de toda la vida en Oñil (Alicante), un pueblo del que no le mueve nadie a Eusebio Cáceres.

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