Este artículo se publicó hace 13 años.
España está de vuelta
Los de Valero minimizan a Islandia y se meten en semifinales después de seis años
En el vértigo del balonmano, a un campeonato de selecciones por año, perder el paso supone caer en desgracia. Dejar sangrando a una generación. El castigo cíclico, aún sin antídoto, ha contaminado a casi todas las grandes potencias. Quizás Francia, instalada en la élite en cuanto Jackson Richardson empezó a hacer sus pinitos, parece sentirse inmune. Suecia cayó en desgracia en 2003, justo cuando revivió Dinamarca. Islandia, donde el balonmano es el deporte nacional, no aglutinó una genética ganadora hasta la plata olímpica de Pekín. Incluso Alemania, que destila oro en Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos, cuya liga doméstica exhibe millones en traspasos, necesitó tres años (2004 al 2007) para salir del barbecho de éxitos.
España acortó ayer los plazos. Con una primera parte pluscuamperfecta, dejó de errar como un espectro los días en que se reparten las medallas. En tan sólo dos años, los de Valero han pasado del bochorno de Croacia (13ª, la peor clasificación de su historia en un Mundial) a resituarse en la élite. Olisquear el éxito de nuevo. El viernes, la selección disputará el choque que el grupo se había impuesto como techo: las semifinales. Seis años después de su última aparición: Túnez. El Mundial del oro.
La primera parte de La Roja recordó la hegemonía del Barça de Valero
Sin embargo, certificada la clasificación para el preolímpico de Londres y conseguida la catarsis interna, España parece redefinir los objetivos en este campeonato. Ante Islandia, los primeros 30 minutos se convirtieron en el escaparate del juego que lleva inculcando Valero Rivera desde que se convirtió en seleccionador en 2008. Por momentos, la selección ejerció la hegemonía que impuso el Barça de Valero en los noventa. El equipo de las seis Copas de Europa y otros 44 títulos más. Lo consiguió con su misma virulencia, basándose en un entramado defensivo, excelentemente sincronizado, entre García Parrondo, ejerciendo de avanzado, y la segunda línea de cinco. Cortada la conexión de los jugadores de primera línea, en especial el central Snorri Gudjonsson, con el pivote Gunnarsson, uno de los máximos goleadores del equipo nórdico, Islandia se minimizó entre el festival español.
Gurbindo y los hermanos Entrerríos fusilaron la portería de Gustavsson con una facilidad pasmosa para armar el brazo. En apenas 19 minutos, España doblaba a Islandia (6-12). Ni el cambio de defensa, a un doble avanzado, ni la salida de Stefansson paliaban una sangría (10-20 al descanso) que el técnico islandés Gudmundsson decidió cortar con violencia. Su equipo buscó rearmarse entre la bronca. De hecho, llegó a paralizar la dinámica anotadora de España. A falta de goles, Sterbik mantuvo el colchón (22-27, menor ventaja de la segunda parte) tabicando su portería entre el intercambio de exclusiones.
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