Este artículo se publicó hace 12 años.
Un espectáculo sin emoción
*Hansel Cereza es director artístico y escénico. Fue codirector del espectáculo inaugural de los Juegos Olímpicos Barcelona'92
Partiendo de que una ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos es un gran escaparate al mundo y que se aprovecha este hecho para dar a conocer al país organizador, considero que la ceremonia de Londres se ha excedido hasta el punto que parecía en algunos momentos un spot publicitario invitando a visitar el país.
Para mi gusto la ceremonia empezó con una buena puesta en escena que pretendía un emocionante espectáculo, pero una vez pasado el momento de La Revolución Industrial y tras una original aparición de los aros olímpicos, fue perdiendo interés pues Danny Boyle -director de la ceremonia- se adentró en una serie de homenajes que, con una gran falta de ritmo, llevaron la ceremonia a un estado monótono y falto de sentido. El espectáculo iba dejando momentos bonitos pero sin emoción alguna.
Una ceremonia inaugural debe ser televisiva pero sin olvidar que hay un directo. En el caso del guión de Londres no se ha tenido muy en cuenta y por ello surgió la falta de emoción. Esa emoción que da el puro directo y que se transmite a través de los participantes y el público asistente no llegó con la misma intensidad al espectador televisivo.
Una ceremonia tiene que emocionar, mostrar el espíritu del país organizador y sobre todo de las personas. La ceremonia tuvo algunos momentos brillantes como el surgimiento de los aros olímpicos incandescentes sobre el estadio olímpico y el del pebetero, muy originales. Pero tan solo se quedaron en eso, en tan solo momentos. Desde las Olimpiadas del 92 ha surgido una nueva modalidad en los Juegos Olímpicos y es hacer unas ceremonias mejores que las anteriores, una competición más dentro los Juegos Olímpicos.
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