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De la fuga de Raúl al adiós de Moyà

El año se escapa con el traslado de mitos, retiradas y fallecimientos de deportistas legendarios

 

LADISLAO J. MOÑINO

Nada ni nadie se desliga del factor tiempo, que acompaña, pasa y hasta sobrepasa sin remedio. Este año 2010 que concluye ha visto a símbolos como Raúl cambiar de hábitat. A Silva, talento aún por dar más de sí, emigrar a un fútbol muy distinto al que se crió. El tiempo, en esa faceta de sobrepasar, también ha jubilado en 2010 a otros iconos como Barrufet y Moyà, o los ha despedido para siempre como a Samaranch, Manchón, Arteche o Molowny.

Ya lo había advertido durante la primera etapa de Florentino Pérez en la presidencia blanca: 'El día que el club no me quiera, me iré'. Y Raúl no se sintió querido en el recién iniciado segundo mandato de Pérez. O al menos no lo suficiente como para seguir. Cumplió su último acto de servicio sin elevar el tono de voz, aunque de su rostro ya no hubo quien borrara la sensación de que no aguantaba más. Adornó con sonrisas forzadas los actos institucionales en los que comparecía con la plana mayor del club.

El disfraz de embajador de la entidad con el que se pretendió encubrir su transición a la suplencia se lo puso, pero nunca lo disfrutó ni lo aceptó. Raúl se fue una tarde de julio, en la semiclandestinidad. Convocó una rueda de prensa, dio una vuelta al campo bajo un sol castigador ante unos centenares de aficionados agradecidos y se marchó.

Con su hoja de servicios en la memoria, la imaginación del madridismo siempre previó una despedida más gloriosa para su último gran símbolo. Raúl se fugó al Schalke 04 alemán. Aunque Mourinho le dijo que contaba con él, el 7 entendió que el nuevo entrenador no era la voz del club, pese a que al poco de su llegada ya pudiera parecerlo.

Guti, otro símbolo del Madrid, se decidió por el exotismo en Turquía. Eterno compañero de la contradicción, tras anunciar que se quería marchar, luego quiso reabrirse la puerta, pero Mourinho no le dejó: 'Una vez que dijo que se iba, no hay vuelta atrás'.

Fue el primer gesto autoritario de Mourinho para avisar de su llegada y sus galones. En uno de sus años más díscolos, cuando decidió contar lo que era fuera del fútbol, Guti se sintió liberado y dejó para el recuerdo aquel taconazo a Benzema en Riazor que resume mucho de lo que pudo ser y no fue. Guti se despidió con un fuerte abrazo a Pellegrini en el último partido de Liga en Málaga. El chileno fue el técnico que más le apoyó desde el principio y con ese abrazo quiso agradecerle todo lo que tuvo aguantarle.

Silva se fue al Manchester City ante la incredulidad de todos los aficionados de la Liga, a los que les costó entender que los grandes clubes permitieran esa fuga de talento descomunal. El canario ya afrontó una aclimatación a un fútbol más físico y peleón cuando decidió endurecerse en Segunda con el Eibar de Mendilibar. La Premier parece que empieza a contemplar ahora con más regularidad el delicado juego de uno de los grandes bajitos del fútbol español.

Guti se abrazó a Pellegrini para agradecerle todo lo que le aguantó

La fría visión de juego de Jurado, que empezaba a ser muy apreciada en el Atlético, acompañó a Raúl al Schalke, igual que el empeño semidesconocido del lateral Escudero. Azpilicueta, defensa con trazas de internacional absoluto, se fue al Marsella a la búsqueda de títulos y de prestigio europeo. Pablo Ibáñez abandonó el Atlético, donde no rendía desde el día que decidió que en la cera de enfrente podría vivir mejor, rumbo al West Bromwich.

Fuster, futbolista tardío en la élite (sólo un año en Primera), abandonó el Villarreal para seguir a su mentor Valverde en la aventura del Olympiacos griego. El entrenador extremeño también se llevó del Espanyol a Moisés. Fernando Marqués, un regateador tan puro como inconstante, se fue a desafiar al riguroso calcio en el Parma.

La última exportación del fútbol español ha sido la exótica marcha de Víctor Muñoz a un banquillo de la dura República de Chechenia.

El día que Moyà anunció su retirada, la opinión pública se puso de acuerdo: se va un grande que no quiso serlo más. Con él se marcha uno de esos talentos que se cultivó lo justo y necesario. Un genio carismático porque su faceta alegórica lo humanizaba y eso siempre lo agradece la parte canallesca del aficionado, que intuye a un gran icono del deporte con algunas inquietudes recreativas similares a las suyas.

Barrufet deja la huella eterna de los que aman a su deporte

Barrufet lo ha sido todo para el Barça y el balonmano español. Anunció su retirada con un palmarés en el que sólo falta el oro olímpico y dejó la huella eterna del deportista modélico y de los que aman su deporte. Similar rastro dejó en el fútbol sala Dani Ibañes, brasileño de nacimiento que, en su paso por Caja Segovia, Inter Movistar y la selección española justificó su nacionalización con títulos y enseñanzas.

Pereiro, ganador del Tour de 2006, colgó la bicicleta y descolgó las botas de fútbol, deporte que ahora practica en el Coruxo vigués de Segunda B. Rubiera, gregario por antonomasia de Armstrong, también ha parado su cuentakilómetros.

Entre los futbolistas retirados, Etxeberria encabeza la lista. Celades, Viqueira, Vivar Dorado, Angulo, Armando, Palacios, Panucci y Van Bronckhorst también dijeron adiós al balón. Caso especial es el del madridista De la Red, joven (25 años) campeón de Europa al que una enfermedad coronaria obligó a colgar las botas para, entre lágrimas, encaminar sus pasos hacia los banquillos. Miguel, del Salamanca, también sufrió un grave episodio cardíaco y, al igual que De la Red, anunció su adiós prematuro al deporte profesional.

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