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Fundición supersónica

El Sevilla, con un gran Keita, recupera el fútbol directo y veloz que le encumbró con Juande Ramos y desarboló al Madrid.

LADISLAO JAVIER MOÑINO

A velocidad supersónica el Madrid recibió un baño de realidad. Esta vez no se encontró con un equipo roto y cansino como el Valencia. Se le presentó el viejo Sevilla, el que cimentó Caparrós y encumbró Juande Ramos. Ese equipo de fútbol supersónico y guerrero. Un plantel tan adiestrado para los partidos con sangre y tacos afilados como para resolver los partidos en sexta velocidad. Hacía tiempo que no se le veía un partido a ese ritmo infernal, que es su seña de identidad.

No supo ver el Madrid la propuesta que tenía enfrente. Quiso jugar a lo mismo que el Sevilla. Entró en una guerra para lo que no está preparado.  Salió vapuleado, arrollado ante ese fútbol machacón de ida y vuelta. Debió entender que contra el exceso de revoluciones conviene la pausa.  Ahí debieron  imponerse Gago y Guti. No lo hicieron. Quisieron acortar las transiciones defensa-ataque y se equivocaron.

En ese fútbol directo mandan los recuperadores y la velocidad de las bandas. En eso, el Sevilla le saca un par de cuerpos al Madrid. Se jugó al fútbol de Keita y Poulsen: quitar y disparar a  las alas y a los puntas. El partido dejó infinidad de persecuciones de los jugadores de Schuster. Corrían detrás de Navas, de Alves, de Adriano o de Kapel con la desesperación del que persigue a un carterista.

Con esa formula el Sevilla reduce el juego a una simpleza demoledora. No es fácil porque sus pocos pases han de ser precisos, los jugadores de banda cohetes, los delanteros astutos y los pivotes alcanzar las segundas jugadas.Los dos goles resumen ese estilo. Keita enchufó el primero con un zurdazo desde fuera del área tras previó rechace. El futbolista maliense se revalorizó de manera exponencial. Está en esa línea de medios híbridos que tanto gustan ahora. Quita como Makelele y llega como Lampard. También le bendice su condición de zurdo.

Desquiciados

El segundo tanto fue otro ejercicio de simplicidad. Un pelotazo que no supieron defender ni Cannavaro ni Sergio Ramos. Kanouté hizo un control orientado con la espuela y se plantó ante Casillas, que le repelió el disparo. Lo machacó Luis Fabiano, que también fue más rápido que Metzelder. En veinte minutos el partido estaba resuelto. El Madrid se desquició. La prueba fue la expulsión de Ramos. Se llevó una derrota y la sensación de que aún le falta cuajo para las grandes batallas.         

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