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Guti comanda la caza

El 14 acaba ovacionado por el Bernabéu tras liderar el buen fútbol que el Madrid exhibió. Los goles de Higuaín y Cristiano colocan a los blancos a un punto del Barcelona a falta de cinco jornadas

LADISLAO J. MOÑINO

 

Bajo presión, su pausa. Contra las urgencia, su toque. Para jugar bien al fútbol, Guti. Sí a sus 33 años, con la cabeza en Bangkok, y con el negro historial que le ha acompañado esta temporada, Guti comanda la caza del Barça. Y lo hace desde la estética que nunca le abandonó.

A punto de finiquitar su carrera en el Madrid, Guti ha alcanzado ese estado en el que cada vez que toca la pelota es un motivo para disfrutar, para jugar a lo que siempre supo, no siempre enseñó y muchas veces desdeñaron los pizarreros. Guti ya no se viene abajo cuando la bola no le hace caso en un mal pase. Tampoco cuando se enreda en un regate en el centro del campo y le regala un contragolpe al contrario. Ha alcanzado la plenitud de los viejos futbolistas de clase. La cabeza erguida como signo de distinción, la paciencia como arma hasta que descubre un desmarque o un apoyo y la colocación como señal de veterano de vuelta de todo que tiene los espacios metidos en la cabeza.

De esto último tiró para apretar a Bruno en un control en la banda, limpiarle la pelota y colocarle a Higuaín la pelota del primer gol. Fue muy buena la maniobra de Higuaín. Realizó un control orientado, se giro, rompió en velocidad a Alexis y definió por abajo. Tardó en 25 minutos el Madrid en agujerear a César, pero ya había emitido señales de que el partido era suyo desde el balón. Lo tocó con paciencia y fue a buscarlo arriba como pocas veces se le ha visto esta temporada. Esa presión generó el gol y también el eclipse de los mejores peloteros del Valencia.

El gol de Cristiano cerró un partido que el Madrid debió finiquitar ante

En ese afán por no dejar ligar fútbol al Valencia el Madrid enterró todas sus amenazas, a Banega, a Pablo, a Mata, a Villa y a Silva, al que se esperaba y sólo apareció con ese zurdazo en la cruzeta en el segundo tiempo. En el primero se pudieron estirar muy poco él y su equipo. Casillas respondió con una tremenda estirada a un cabezazo de maduro. Y Marcelo se cruzó a tiempo en un disparo de Villa tras una gran jugada de Pablo. El brasileño tuvo otro cruce que evitó males mayores. Estuvo muy centrado igual que Ramos y Albiol, que se olvidaron de sus últimas carajas. Fue Marcelo el que reventó a Bruno en el costado del área y su centro atrás lo embocó Cristiano a un toque. Le devolvió así el exceso de ego que había tenido antes cuando prefirió disparar al pecho de César en vez de asistir al portugués, que esperaba sólo en el segundo palo el centro.

El gol de Cristiano cerró un partido que el Madrid debió finiquitar antes porque generó multitud de ocasiones. Es curioso que ahora que le aparece el fútbol le desaparezca de repente la tremenda pegada que tenía.

El Madrid parece haber encontrado en el tramo final del campeonato un estilo más redondo y atractivo. Lo ha hecho, sin Lass, sin Diarra, sin Granero y sin Marcelo como centrocampista. Con Alonso, con Gago, con Van der Vaart y con Guti tiene más elaboración. Ya no piensa sólo en entregarse a las verticales carreras de Cristiano. Puede que no ganara por cinco goles como hizo otras veces. Pero le respalda el juego desde la zurda de Guti.

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