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Hacia el Perfect Team

El Barça mantiene la idea ofensiva de Cruyff, pero es mucho más solvente en defensa. Guardiola supera como entrenador los registros del Dream Team en el que jugó y soluciona los agujeros tácticos que detectó

LADISLAO JAVIER MOÑINO

'Aquel equipo [el Dream Team] ganó mucho durante mucho tiempo. Es como el padre de la familia'. Guardiola reconoció el miércoles el molde de su obra. Su equipo es hijo de Cruyff, de aquella revolución calificada de temeraria porque alineaba tres defensas y lo confiaba todo a la posesión del balón, al uno contra uno, a la pegada, y, casi nada, al repliegue defensivo.

A falta de la rúbrica de los títulos, Guardiola parece haber cerrado el círculo de aquella originaria y original propuesta que irrumpió a finales de los años 80 y se consagró en los 90. Los números dicen que este Barça es el equipo que menos goles recibe (24) y que más goles marca (92). A estas alturas, el Dream Team no llegaba a esas cifras. En su mejor ejercicio en este casillero inscribió 91 goles al cierre de la Liga 93-94. Tampoco Zubizarreta coleccionó un Trofeo Zamora o se acercó a los ocho partidos consecutivos de Miguel Reina sin recoger el balón de su portería. Valdés está a un solo encuentro de superar esta marca. 'Nosotros éramos más vulnerables en defensa. Dábamos una sensación de debilidad atrás que este Barça no da', ha reconocido Bakero, la dovela que sostenía el encaje de piezas de Cruyff.

De todo lo que mamó como jugador y alumno aventajado del Flaco, Guardiola ha mantenido el juego de posición, la circulación a uno o dos toques, la apertura del campo con falsos extremos, el uso de un nueve móvil y el desborde de los que están y de los que aparecen. Su gran aportación a la obra de Cruyff está en la sofisticación del trabajo defensivo. Ha parido un equipo más equilibrado. Mira siempre la portería contraria como el Dream Team, es el conjunto que más remata (7,7 por partido), pero no deja que el contrario se asome a la suya: es el equipo que menos remates recibe (2,6).

Ese estilo, además, genera datos que hablan de fútbol total, de la intención del Barça de disputar los partidos desde el balón. Sin interrupciones ni malas artes. Es el que menos faltas comete por encuentro (12, 6) y el que menos amarillas recibe (2,1). También es el que menos opta por jugar en largo cuando saca de portería (3 por partido), toda una declaración de intenciones.

La comparación entre el padre y el hijo revela que hay más rasgos de academia y de laboratorio en Guardiola, pero más decisiones geniales en Cruyff. 'Yo no tuve un entrenador, tuve un genio llamado Cruyff', solía explicar el lateral Juan Carlos. Sólo al alcance de Cruyff estaban sus razonamientos para argumentar por qué mandaba a Ferrer, el más bajo de sus defensas, secar a Zamorano, acreditado cabeceador: 'Como por arriba nos las va a ganar todas aunque le marque Nadal, al menos que no nos gane en velocidad las que van por abajo'.

Aquel fue un Barça de autor, más innovador. Este supone el cierre de los agujeros que detectó Guardiola cuando le tocó interpretarlo desde la hierba. El Dream Team llevado a su máximo extremo era una consecuencia de chispazos geniales. Este es la versión mejorada desde el propio empirismo de su actual entrenador.

La esencia no ha cambiado, pero sí la plasmación de la idea y su contexto. Cruyff reventó las pizarras anquilosadas del fútbol español. Tuvo que luchar contra la cerrazón y el inmovilismo que le tachaban de osado. Guardiola ese camino ya lo tenía hecho, pero ha tenido que imponer la misma idea con espacios más reducidos, menos tiempo para pensar con el balón y cuando se ha creado un espectro táctico en el que el físico y el orden cartesiano mandan. Contra eso, camina hacia el Perfect Team.

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