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Por encima de lo imposible

A la URSS se la consideraba el mejor equipo del mundo

ALFREDO VARONA

Hasta los vendedores ambulantes, que en aquella época los había a miles en Madrid, sentían prejuicios de la Unión Soviética. La propaganda fue una tortura. Enfrente estaba el demonio que aquí no se le quería ver ni en pintura. Pero había un problema. Aquella selección soviética funcionaba como una maquinaria. Sus cinco delanteros parecían jugar a comisión: Thisenko, Ivanov, Ponedelnik, Korneiev y Khoussainov. Y debajo de la portería estaba un tipo que se estiraba casi hasta los dos metros: Yashin. Lo llamaban la Araña Negra. De él se decía que desviaba los balones con la mirada.

A falta de siete minutos, Marcelino demostró que no era verdad. De cabeza localizó un balón que le tiró sin demasiado agarre Pereda desde la derecha. Hasta entonces el partido viajaba igualado. Pereda marcó primero. Khoussainov igualó en dos minutos. España no era la URSS, pero tenía futbolistas de valor. Entre ellos, Luis Suárez, Balón de Oro cuatro años antes. O la zurda Lapetra, que desplazó a Gento. Eran los gritos de una generación que no creía en imposibles.

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