Este artículo se publicó hace 13 años.
La joven estrella del Hollywood obrero
El norirlandés McIlroy, de 22 años, gana el US Open tras liderar el torneo con enorme suficiencia y con ocho golpes de ventaja
Sólo una l' de menos diferencia su lugar de nacimiento, Holywood, de la meca del cine, pero nada ocurriría si se adjetivase su actuación de hollywodiense.
"Golpeo una pequeña bola blanca alrededor de un campo". De esta manera tan artesanal define su profesión Rory McIlroy (1989). El golfista norirlandés ha destrozado todas los récords del US Open en un campo que había sido preparado a conciencia para sonrojar a los mejores jugadores del mundo. Sin embargo, el joven prodigio de 22 años le limó las garras en los 18 hoyos de Congressional, en una de las mejores historias de los 111 años de este torneo.
Es el campeón más joven del torneo desde Bobby Jones en 1923
Es el ganador más joven de este Major desde que en 1923 lo lograra Bobby Jones. Lideró el torneo durante las cuatro jornadas y aventajó en ocho golpes al segundo clasificado, Jason Day Sergio García fue el mejor español en el séptimo puesto. Nadie había sido capaz de vencer con menos de 12 bajo par, y McIlroy lo ha hecho con menos de 16.
La prensa americana le ha puesto otro calificativo: "Tigeresco". Compara su triunfo al del estadounidense en Pebble Beach en 2000, cuando superó en 15 golpes a sus perseguidores. "Es el próximo Tiger Woods", asegura su compatriota y ganador de la edición de 2010 Graeme McDowell. La primera pista que tuvo de McIlroy fue cuando una vez le hablaron de un chico que hizo una vuelta de 61 golpes. "Sí. Te llegan muchas leyendas sobre jóvenes talentos, pero vienen y van. Este chaval era algo especial".
Criado en una familia muy humilde, la nueva sensación del golf mundial se recreó en sus primeros golpes nada más levantar el trofeo de ganador. Recordó cómo Gerry, su padre, se vio obligado a trabajar unas cien horas semanales durante cuatro años para aliviar la situación en casa. Limpiar retretes era una de las tres ocupaciones que debía compaginar para reunir un sueldo digno. Mientras, su esposa Rosie cumplía con el turno de noche en una fábrica.
Para ganar un sueldo digno su padre trabajaba cien horas semanales
En esa atmósfera obrera se gestó uno de los swings más frescos del golf actual. McIlroy ha sido líder en siete de las ocho vueltas de los dos Grand Slams que se han disputado en la temporada. Sólo una vuelta desastrosa de 80 golpes el domingo de Augusta le arrancó una chaqueta verde que ya tenía casi abotonada.
"El Masters fue una gran experiencia para mí. Me sirvió para que hoy (ayer) tuviera claro qué hacer para ganar", apuntó. Después de aquellos funestos 18 hoyos, el juego de McIlroy pasó por una revisión general en el taller de Dave Stockton. Antes que entrar de lleno en el juego, este gurú del putt le ofreció algunos consejos sobre su estado de ánimo sobre el campo. "Despacio, disfruta del momento. Si te apetece saludar a un espectador que te da la mano, hazlo". Casualidad o no, Rory McIlroy respondió al gesto amable de un niño de 2 años en el hoyo cuatro del domingo.
Una vez ahuyentada la tensión y los nervios era el momento de entrar a fondo en el diagnóstico de su golpeo dentro del green. El nor-irlandés solía tener el dedo índice de la mano izquierda estirado a lo largo de la empuñadura del palo. Stockton academizó un poco la postura. El maestro comprobó que la tendencia era a fallar los putts por la izquierda y se puso manos a la obra. Le pidió que pausara su rutina antes del golpeo y que focalizara toda su atención en el hoyo y en el recorrido hacia el objetivo, no en la bola. "Así ya lo tiene todo para ser número uno del mundo", dice. El nuevo Tiger, anuncian.
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