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Kaká enseña sus marchas

Brasil golea a Uruguay en Montevideo (0-4) y Forlán no aparece

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Kaká centelleó y Forlán no estuvo en el estadio Centenario de Montevideo. Por encima de todo quedó el resultado (0-4). Una afrenta para los uruguayos, que viven en el recuerdo permanente de la mística del Maracanazo del 50.

A los charrúas les duelen las derrotas con Brasil porque sus enfrentamientos con la pentacampeona del mundo marcan su termómetro anímico. Los cantes de Viera le señalarán durante mucho tiempo. Sobre todo el del primer gol. Un disparo lejano de Alves al que respondió como un portero sin brazos. Esta vez, la apelación a los valores de la zamarra celeste se desvanecieron ante la europeizada Brasil de Dunga. Una selección de contragolpe, otra afrenta, esta para los puristas.

La actuación de Kaká y Forlán se está relacionada directamente con lo que les rodea. Cuando Kaká corre con la cabeza erguida y el balón controlado se intuye que algo sucederá. Su problema es que con Dunga la única manera que tiene de aparecer es a la contra. Es cierto que en esa propuesta enseña una de sus mejores virtudes: el cambio de ritmo. A Dunga le cuesta encajarle y sacarle lustre en la selección. Siempre se negó el seleccionador brasileño a que compatibilizara con Ronaldinho la dirección del juego ofensivo. O uno u otro e incluso ninguno, aunque ambos estuvieran finos. Así es Dunga. Una fotocopia de su pasado como jugador. Ahora, con Ronaldinho en horas bajas no le queda más remedio que tirar de Kaká, que enseñó sus marchas cuando tiene metros por delante. Caído en la banda izquierda se midió a Godín en una carrera y le sacó tres cuerpos. Es prodigioso ese cambio de velocidad. Cuando el perseguidor cree que le tiene controlado al galope, Kaká acelera y le mata.

Forlán, que suena como posible compañero de Kaká, penó igual que en muchos partidos del Atlético. Se vio solo, sin ayuda y se desesperó. Le faltaron jugadores al lado para poder intimidar a Brasil. Sólo tuvo a Luis Suárez para echarle una mano como amenaza. Tampoco acaba Forlán de cuajar grandes partidos con Uruguay. Es una rémora que tiene y que le pesa desde hace tiempo. No termina de satisfacer las exigencias de la hinchada uruguaya cuando se enfunda la celeste. Ayer lucía el brazalete de capitán y aparecía como el líder espiritual de una selección con más argumentos para guerrear que para jugar. El segundo fallo de Viera que propició el tanto de Juan acabaron con la batalla.

Kaká intervino en el tercer gol de Brasil desde la pausa. Frenó una contra en un pico del área para llevarlo hasta el otro donde esperaba Elano. Luis Fabiano, que dobló al centrocampista del Manchester City descerrajó un derechazo seco a la escuadra que defendía Viera. Si los dos primeros goles se los comió, este se lo tragó. Le terminó de meter en la historia negra el propio Kaká al transformar, sereno y templado un penalti cometido sobre él mismo.

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