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Kanouté agujerea el muro de Kameni

El Espanyol mejora en juego pero sucumbe a la eficacia del Sevilla

N. ROMÁN

A grandes males, grandes remedios; si los tienes en nómina. El Sevilla tiene a Kanouté, un delantero letal, capaz de resolver un encuentro apretado con un par de zapatillazos. El Espanyol, en cambio, mira y mira y no encuentra a nadie en ese desierto de recursos que tampoco Mauricio Pochettino logra explotar. Lo intenta el técnico espanyolista y avanza en el juego, mejor y más vistoso, pero no en los resultados, que anclan a los blanquiazules en el pozo de la clasificación.

Su situación en la tabla dista un mundo y, sin embargo, Espanyol y Sevilla se comportan sobre el césped de manera similar, acongojados los blanquiazules por una situación que les mantiene en el precipicio, inquietos los andaluces por una mala racha que cuestiona su cómoda posición. Víctimas del nerviosismo y de la ansiedad, ambos equipos dibujaron en Montjuïc un partido eléctrico, con tanta carga emocional que la precipitación presidió el toma y daca, el ir y venir que protagonizaron.

A cada contra lanzada por Nené, el jugador más incisivo de los blanquiazules, respondió el Sevilla con un zarpazo de Kanouté, acaso de Jesús Navas. Se palpaba la tensión y el balón parecía quemar en los pies de los espanyolistas y no menos en los de los sevillistas, que avanzaron su defensa y pasaron de largo por el medio campo, inédito. El equipo de Manolo Jiménez se plantaba con facilidad en el área de Kameni, menos exigido que Palop.

Ante la insistencia de Nené, que se adornó en exceso, el Espanyol canalizó su juego por la banda izquierda, lo que habilitó a Luis García en numerosas ocasiones. Por mérito de Palop en ocasiones, por demérito propio en otras, el delantero asturiano -que siempre había marcado ante el Sevilla en Montjuïc-, no pudo aprovechar el puñado de buenos centros que le sirvió el brasileño.

El empate a cero no contentaba a nadie y menos a Pochettino, que recurrió a De la Peña, en un intento de dar precisión y pausa a un encuentro alocado. Falto de partidos, Lo Pelat necesitó diez minutos para tomarle la medida a un pulso que Navas y Capel decantaban hacia lado andaluz.

En esas andaba el Espanyol, con Kameni pluriempleado y excelso, cuando Corominas desperdició una doble ocasión preciosa, huérfano como estaba el arco de Palop. No acertó el delantero y Lola completó el desastre con una falta absurda sobre Capel que le costó la segunda amarilla. Un partido más, los blanquiazules afrontaban un final de partido con diez jugadores.

La clarividencia de De la Peña tiró líneas en espacios imposibles y sólo así pudo el Espanyol responder a los zarpazos del Sevilla, que topó una y otra vez con Kameni y su alianza con los palos. Hasta que Kanouté dijo basta. Enzarzado con Pareja en la frontal del área pequeña, el malí se deshizo del central con un empujón antes de rematar el preciso centro de Navas. El Sevilla se encaramaba a la tercera posición, mientras la grada aguardaba, inquieta, la redención del pie de Tamudo. No llegó, pero sí el segundo tanto de Kanouté, un calco del primero.

 

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