Rafa Benitez decía que, en el Valencia, cuando él pedía un sofá le traían una lámpara. Ahora las cosas han cambiado en el club, pero se siguen viendo decisiones extrañas. En un equipo concebido para que existan los extremos, se ha fichado a un entrenador que no parece muy proclive a jugar por los costados. Es decir, en un combinado de lámparas de diseño han traído ahora a un profesional de las mesas camillas.

A pesar de esta pequeña disfunción entre confección de plantilla e ideales del técnico el equipo tiene futuro. Algo normal si se repasan los jugadores con los que cuenta el holandés. Por ejemplo Silva, que puede jugar por banda, por el centro, por donde él quiera. Da igual, en todos lados lo hace bien. También está Villa, un depredador que siempre sabe donde está la portería para destrozarla de un disparo.

Materia prima hay, y ayer supieron parecerse a un equipo para pasar por encima de un flojo Murcia.

Los posibles problemas de moral no existieron, a los 11 minutos Silva centró magistralmente una falta para que Helguera marcase, como no, de cabeza. A partir de ahí tranquilidad y control de la bola. El Murcia sólo podía correr detrás de ella sin mucha cabeza, esperando algún error que nunca terminó de llegar. Poco después otro gol, en este caso de Villa. Ya no quedaba partido.

En la segunda parte más de lo mismo, otro golpe rápido de Villa tras un magnífico pase de Silva para hacer el 3-0 y narcotizar el partido. Después salió Vicente, que debe estar mosca con la filosofía de Koeman, pero tampoco hizo mucho por reivindicarse.