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La Liga de Guardiola

La primera decisión del técnico catalán fue ir casa por casa pidiendo compromiso a sus jugadores

ENRIQUE MARÍN

Un año y ocho días después de ser elegido sustituto de Rijkaard, Guardiola ha dado la razón a quienes pensaban que su inexperiencia sería compensaba con sus conocimientos, su capacidad de liderazgo y su profundo sentimiento azulgrana. Sus detractores le estaban esperando, pero se han quedado con las ganas. Rendidos a la evidencia de un Barça exquisito y arrollador, no han tenido más remedio que unirse a quienes elogian la labor de Pep .

Con el título de Liga asegurado a falta de dos jornadas y el título de la Copa del Rey en la buchaca, el tan ansiado doblete, a su Barça le espera ahora la final y la de la Liga de Campeones. En menos de dos semanas, puede levantar hasta tres trofeos, una gesta nunca lograda por un club español, sólo conseguida por cuatro en el mundo, y a la que iría ligado el apellido Guardiola.

Pep siempre ha considerado a Johan Cruyff un sello de calidad y un legado al que los barcelonistas no podían renunciar. De él aprendió que en el fútbol las cosas no pasan porque sí, sino que hay que provocarlas, y heredó un estilo propio que le diferencia del resto. Un equipo con identidad propia y cuya fase más complicada, las de las dudas, la superó con Cruyff en el banquillo.

Criterios de circulación rápida, abrir el campo para ser profundos y encontrar espacios. Tener superioridad numérica en el campo y jugar a los menos toques posibles. Guardiola ha sido lo suficientemente inteligente para recuperar el estilo de Cruyff y perfeccionarlo. Jugar bien consiste en ejecutar correctamente todos los movimientos y en eso es en lo que ha hecho más énfasis Pep, en que sus grandes individualidades sepan jugar como colectivo. También aprendió de Johan a bajar los humos a los jugadores y aislarles de la euforia.

Pep siempre ha defendido la idea de que no hay ningún entrenador que a principio de temporada pueda garantizas los éxitos. De lo que se trata es de saber qué quieres y de qué tipo de jugadores has de disponer para lograr el objetivo. Estas fueron las coordenadas de Guardiola cuando Joan Laporta y Txiki Begiristain, el segundo más convencido que el primero, le comunicaron le confiaban el Barça.

Las primeras condiciones que Pep puso fueron hablar con Rijkaard, en un claro gesto de respeto y solidaridad con el técnico saliente, y, sólo después, reunirse uno a uno y en sus respectivas casas con los que iban a ser algunos de sus futbolistas. El objetivo de estas conversaciones cara a cara con la plantilla tenía un doble sentido: primero, exponer su proyecto, su idea de equipo y de juego para la próxima temporada.

El segundo, y siempre y cuando estuvieran dispuestos a aceptar el reto que les presentaba, pedirles su máximo compromiso. De esas conversaciones Pep sacó las primeras conclusiones. Entre ellas la decisión de no contar con Deco, Ronaldinho y Etoo, aunque las circunstancias le dieron al camerunés una segunda oportunidad que supo aprovechar.

Quienes han tenido la oportunidad de ver entrenar a Guardiola durante esta temporada destacan la organización de su equipo técnico y lo bien planificado que tiene todo. Personas de la máxima confianza, unidos entorno a una misma idea y a un líder al que admiran y respetan. Durante las sesiones, en las que el balón nunca falta, cada uno sabe lo que tiene que hacer. Pep, mero observador, sólo interviene cuando lo cree necesario.

Todos sus ayudantes se respetan y colaboran entre sí. Sólo después, cuando llega el trabajo táctico, Guardiola toma el mando. Explica cosas del rival, pero con mensajes muy claros y concisos. No agobia al futbolista con mucha información y los entrenamientos son entretenidos y alegres. En este Barça no hay imposiciones, sino que las cosas se hacen desde la naturalidad, como comer todos juntos después de los entrenamientos o aceptar reglas elementales de convivencia y representación del club.

Ya lo decía Cruyff, 'el vestuario es más mucho importante que la junta directiva'. Guardiola ha rescatado a Laporta, pero sobre todo al Barça. El propio Pep anunció en su libro Mi gente, mi fútbol (abril, 2001) que cuando volviese al Camp Nou como socio le gustaría ver jugar al Barça del mismo modo que lo hacía cuando él jugaba. Pep ha vuelto al Camp Nou como entrenador azulgrana y eso ha sido lo que ha hecho: hacer jugar al Barça como lo hacía con Cruyff, o mejor incluso. Por cierto, en ese mismo libro Guardiola acaba diciendo 'soy futbolista y sólo eso'. No, ahora también es entrenador.

En su primer año en el banquillo del Barça, Pep ha cumplido uno a uno los diez mandamientos de Cruyff. Basta con leerlos para comprobarlo. 1. Disfrutar del fútbol para el público y también para los jugadores. El fútbol es espectáculo. 2. La técnica y su pefeccionamiento deberán convertirse en la principal preocupación del jugador. 3. Siempre debemos estar dispuestos a aprender cosas nuevas de otros. 4. La ilusión es básica en el fútbol.

5. El respeto por los compañeros, el público, el árbitro... 6. Ser buenos compañeros y aceptar que los demás cometerán errores y tendremos que ayudarles, del mismo modo que ellos lo harán cuando los cometamos nosotros. 7. Trabajar en equipo: un jugador solo no puede ganar un partido. 8. Entrega al cien por cien. 9. Responsabilidad social: el futbolista en un modelo para mucha gente y representa a unos colores y una afición. 10. El fútbol es una buena escuela para la formación personal y ayuda a madurar como persona.

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