Este artículo se publicó hace 14 años.
Llull recompone el estatus del Madrid
Su descaro reconduce la propuesta de los de Messina en Europa
Una perilla desaliñada, unas zapatillas violetas fosforito, un número el 23, que lo simboliza todo en el baloncesto y un triple rebelde devolvieron el estatus del Madrid en Europa. Toda esa propuesta, escondida detrás de LLull, le sirvió a los de Messina para recuperar el basket-average ante el Siena y, de paso, seguir pensando en el liderato de grupo.
Pero antes del éxtasis, llegó la prueba de carácter en cuanto apareció el otro Lavrinovic: Krystof. El gemelo de las muñequeras por los codos, de los tatuajes tribales y del mismo gusto por el perímetro que Darjus. En la transición de los dos primeros cuartos, Krystof encadenó ocho puntos (13-18, min. 11), que sintonizaban al Madrid con esos momentos de depresión que le atenazan en cuanto recibe un parcial negativo. Sin embargo, los de Messina se agarraron a la defensa para espantar sus miedos. Los brotes de protagonismo de Tomic, que desquiciaron a Eze, la desaparición de Krystof y el goteo de puntos equitativo entre el perímetro y la pintura de los blancos enjugó la ventaja (30-30, min. 18).
El consenso, sin embargo, no garantizaba la estabilidad. La frágil sombra de Jaric ante Sato descubrió nuevas necesidades en un partido cada vez más físico y bronco.
Entonces, Bullock quiso resarcirse de esa etiqueta de tipo blando. Sus puntos, más allá de la reivindicación personal, protegían distancias (43-50, min. 28) hasta la puesta en escena de Llull. Adrenalina en estado puro. Un líder que maneja como nadie los resortes del estado de ánimo de sus compañeros. En sus triples y su perspicaz defensa a Sato, el Madrid volvió a definirse para la Euroliga.
De paso, Tomic lanzó un mensaje de madurez ante la picardía descontrolada de Eze y el otro Lavrinovic.
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