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Cuando el Madrid dejó de jugar de visitante

Mientras el Madrid jugó de visitante en el Bernabéu, como el Levante o el Sporting, por poner dos extremos de rivales que han visitado a los blancos esta temporada con la única pretensión de encerrarse, el Barça jugó más incómodo que nunca (con la posesión de costumbre, pero sin ocasiones). Pero acabó por poner el marcador de su parte. Tardó 53 minutos.

Y, en cambio, cuando el Madrid se quitó el miedo del cuerpo, dejó de poner todos los millones invertidos al servicio de la destrucción, se olvidó de la táctica y se encomendó al espíritu y su viejo toque de corneta, metió en otro tipo de problemas al Barça, junto a Valdés, y equilibró el marcador.

Por entonces, claro, ya estaba sobre el campo Özil, al que un once repleto de defensas incluso ocupando galones en el centro del campo, había dejado incomprensiblemente durante una hora en el banquillo. Cuando se atrevió a jugar como local, incluso con un futbolista menos en el equipo (la coña de entrenar en la víspera con diez al final le salió), se vio la mejor versión blanca.

Queda por ver si Mou, que sigue a su incendio, se dio por enterado de los mensajes.

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