Este artículo se publicó hace 14 años.
La magia del 'muti'
Los futbolistas africanos han recibido el permiso FIFA para consultar a adivinos
Unas entrañas humean sobre las brasas mientras varios hombres machacan huesos en morteros gigantes bajo grandes carteles del Mundial de Suráfrica, que arranca en dos días. Sobre las mantas, se secan pezuñas de cebra, cráneos de mono, esqueletos de ave, pieles de serpiente y hasta una pata de elefante; cortezas, raíces, bulbos, frutos y hojas en montones cuidadosamente clasificados. Remedios todos ellos para cicatrizar las heridas del cuerpo y del alma.
Enclaustrado bajo una circunvalación de Johannesburgo, Faraday es uno de los principales mercados surafricanos de medicina tradicional o muti, en la que la salud depende de la armonía entre cuerpo, mente y espíritu. De acuerdo con la OMS, la medicina tradicional atiende las necesidades sanitarias del 80% del África subsahariana. Y también de sus futbolistas, que han recibido el permiso de la FIFA para consultar a sangomas (adivinos) y nyangas (herboristas) en medio del desconocimiento sobre los posibles efectos dopantes de algunos remedios.
"Saben que ciertas plantas mejoran el físico y son difíciles de detectar"
"La mayoría de los jugadores africanos saben que ciertas plantas tienen estimulantes que mejoran su físico pero son difíciles de detectar en los análisis", dice socarrón Mweru Gundidza, profesor de Farmacología en la prestigiosa Universidad de Witwatersrand. Una debilidad que reconoce la FIFA, pese a que ha declinado la oferta de la Agencia Mundial Antidopaje de llevar a cabo investigaciones de urgencia.
Lo que sí ha hecho el rector del fútbol mundial para evitar máculas con el dopaje es dilatar los controles sorpresa. Hasta 570 se habrán hecho desde marzo y hasta que termine el torneo, como pudieron comprobar el domingo muy a su pesar los argentinos.
"Me preocupa que los extranjeros saquen la cuestión de la medicina tradicional ahora que África es el anfitrión. ¿Tienen miedo de que podamos ganar?", responde sobre el interés por los elixires mágicos africanos Phephsile Maseko, coordinadora de la Organización de Medicina Tradicional Africana (THO). Unas 3.000 especies vegetales se usan en Suráfrica como medicamento, pero de sólo 25 se ha hecho una caracterización biomédica completa.
Unas 3.000 especies vegetales se usan en Suráfrica como medicamento
Esta falta de regularización, que atañe a otros aspectos como la formación o la preparación de las medicinas, lastra la práctica del muti y dificulta que sus 200.000 especialistas lidien con sus propias carencias. "Es necesario que sepan referir al paciente a un hospital cuando se trata de enfermedades que no pueden tratar, como el sida o la tuberculosis", explica Gundidza mientras detalla los programas formativos de su universidad para "modernizar" a los médicos tradicionales.
Su sueño es un modelo integrado, como el chino, donde medicina occidental y tradicional se complementen sin dejar fuera el aspecto "psiquiátrico" de la segunda, pues, no en vano, los médicos tradicionales no sólo curan la enfermedad sino que tienen en cuenta la espiritualidad del paciente, sus relaciones con vivos y muertos, para restablecerlo como ser humano completo. Un modelo, eso sí, donde queden desterradas supersticiones como el valor de los órganos humanos en los medicamentos.
No es extraño leer en la prensa surafricana noticias como el reciente asesinato de un niño de 11 años al que le fueron extraídos los genitales para hacer muti. La propia ministra de Mujeres, Infancia y Discapacitados, Noluthando Mayende-Sibiya, ha mostrado su preocupación por estos crímenes rodeados de un código de silencio. "Una persona que mata y extrae órganos humanos no sólo ha cometido un asesinato sino que también ha violado los derechos humanos", dijo en una conferencia nacional antes de apuntar la necesidad de desentrañar los mitos que rodean a la medicina tradicional para "entender qué lleva a una persona a cometer estos crímenes horribles".
Según los jueces, sacrificar un buey para la inauguración
El sacrificio de un bueyUn buey muge inmovilizado mientras un curandero se acerca armado con un enorme cuchillo. Certero, comienza a rebanarle el cuello hasta que la cabeza queda desgajada del cuerpo. Este ritual utilizado por varias etnias africanas ha servido para bendecir el Soccer City de Soweto, el estadio señero del Mundial. Con el sacrificio, en el que participaron unos 2.000 nyangas y sangomas, se invocó a los antepasados para decirles que "el mundo viene a Suráfrica" y pedirles su protección para que todo vaya bien. Mientras un guerrero septuagenario ejecutaba la res, 300 sangomas quemaban una hierba llamada impepho para invocar la energía de los ancestros. Las protestas de los grupos de defensores de los animales para impedir el ritual fueron, una vez más, en vano. Los jueces han dictaminado que el ritual es para los africanos tan importante como la comunión para los católicos.
Suráfrica ocupa el puesto nonagésimo en la clasificación de la FIFA. México, a la que se medirá ante los 90.000 aficionados que llenarán el Soccer City de Soweto en el partido inaugural del viernes, el decimoséptimo. Pero los de Javier Aguirre tendrán que luchar contra elementos extra futbolísticos, como el tronar de las decenas de miles de vuvuzelas que enmudecerán hasta el silbato del árbitro. Y también contra la magia del muti cuando, más allá de los remedios utilizados por los futbolistas, millones de surafricanos invoquen a sus ancestros para dar vigor a los Bafana Bafana.
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