Este artículo se publicó hace 14 años.
El Mariscal se desquita
Milito se enzarza con Valdano
Estaba como loco de contento. Mientras en el vestuario de Chamartín, los jugadores del Barcelona festejaban a lo grande su segunda victoria consecutiva a domicilio en un clásico, Gaby Milito se abrazaba a diestro y siniestro. Iba arriba y abajo con una bolsita de hielo sujeta a sus gemelos con un esparadrapo. Insensible a los calambres que le obligaron a pedir el cambio cuando al partido todavía le quedaban 20 minutos. "Sintió que se cerraba el círculo. Para Gaby, el clásico significó el final feliz a una dura historia de constancia y voluntad. Había vuelto a jugar en el Bernabéu. Y callaba la boca al señor Valdano", resumen sus allegados.
Hace unos meses, cuando el zaguero todavía trabajaba para recuperarse de su lesión en la rodilla, que ha tardado casi dos años en superar, Jorge Valdano reivindicaba en una entrevista con un medio alemán su acierto al no haberlo fichado para el Real Madrid en 2003.
Concluido el partido del sábado, ambos se enzarzaron a discutir frente a la caseta del Bernabéu. Milito se desquitó. En su día, las palabras de Valdano le parecieron de muy mal gusto. Y además, el central afirma que el ejecutivo del Madrid nunca le llamó para aclarar el tema, como en más de una ocasión había proclamado el propio Valdano.
El sábado, entre ambos, hubo, incluso, insultos, pues al director general del Madrid no le gustó que el futbolista, al ser sustituido, se marchara al banquillo besando repetidamente el escudo de su camiseta mientras miraba hacia el palco.
"Quería que Gaby estuviera en el campo por su carácter. Y ha hecho un partido enorme", revelaba tras el encuentro Guardiola, cuya alineación sorpendió hasta a sus futbolistas. El concurso de Milito, un referente para sus compañeros por su acreditado amor propio, condicionó el once del Barça.
Ya durante el calentamientos, El Mariscal lució galones. No en vano, fue él quien se encargó de alentar al equipo durante la piña. "Gaby es un ejemplo de humildad y prudencia", reconocen sus compañeros. En el Bernabéu, entre Milito, Puyol y Piqué, sólo hicieron una falta.
"Su vuelta nos haría más felices que cualquier título", espetó el de Santpedor antes de comenzar el campeonato. El año pasado, Milito se perdió la celebración de la Liga en el Camp Nou. El día del festejo, el central llegó al estadio cabizbajo, renqueante, y al ver su uniforme en el vestuario, ese que no se ponía desde hacía más de un año, dio media vuelta y se marchó compungido a casa.
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