Este artículo se publicó hace 15 años.
Marta sube al olimpo
La chica de la eterna cinta rosa realiza la carrera perfecta en la final con un ataque cauto y perfectamente medido
"El atletismo es un deporte cruel". La frase es de Daley Thompson, el inolvidable decatleta inglés que obligaba a los periodistas a recitar las diez pruebas del decatlón (¡por orden!) antes de conceder una entrevista. Marta Domínguez conoció esa crueldad en Pekín, cuando elevó su pie un centímetro menos de lo necesario y su cuerpo y sus aspiraciones de medalla se estrellaron contra el tartán chino.
Pero la palentina sabe que la paciencia es una virtud decisiva en el atletismo, un deporte que termina repartiendo justicia. Ayer, la selección española la reclamaba en el Olympia-stadion y se encontró con una de las carreras más bellas, inteligentes y mejor interpretadas de la historia.
Es verdad que el guión estaba escrito de antemano, que se sabía que Gulnara Galkina, una atleta de zancada fluida y muchas prisas, iba a tirar con fuerza desde el principio. Lo hizo. Pero no logró romper la carrera. Por detrás suyo, agazapada, tranquila, atenta, marchaba la chica de la eterna cinta rosa, una mediofondista obligada por la realidad a subir de distancia y saltar obstáculos imposibles, algunos, uno de cada cinco, con agua incluida.
Galkina pasó por el primer kilómetro, el primer tercio, con un crono de 3:01.26. En Pekín, cuando voló hasta batir el récord del mundo, lo había hecho tres segundos más rápido. Este año no ha sido la misma. No está en la misma forma que exhibió en la temporada olímpica.
En la cuarta vuelta, a Galkina le escoltaban tres atletas: su compatriota Zarudneva, Marta y la keniana Cheywa. Iban a ser las protagonistas de la prueba. El ritmo comenzó a decaer: Galkina seguía marcando el tren de la carrera, pero con menos fe.
Marta corría con precaución. Afrontaba los obstáculos con respeto y la ría con miedo. Pensaba más en salir ilesa que en ganar metros. Los metros los ganaba en el liso:en muchas vueltas perdía terreno al salir del agua y lo recuperaba sin problemas antes del siguiente obstáculo. Si la prueba hubiera sido de 3.000 metros lisos, Marta las habría aplastado.
ReagrupamientoA falta de tres vueltas, la carrera se paró súbitamente, seis atletas se reagruparon. Era peligroso para Marta. El paso por el segundo kilómetro, más lento, fue de 6:06.45 (6:01.20 en Pekín), pero el ritmo volvió a crecer. "Ahí tuve miedo", reconoció Marta al final.
Galkina se hundía y la prueba se jugaba entre Zarudneva, Marta y Cheywa. Llegó la última vuelta y Marta se enfrentó a su rival más temido, el antepenúltimo obstáculo, el que le derribó en Pekín. Lo pasó sin problemas. También la última ría. Y su inteligencia apareció en el último obstáculo, al que trató con esmero. Un obstáculo que ha dado al traste con muchas medallas de oro. Lo demás no lo dudaba nadie. Marta adelantó a Zarudneva, se arrancó la cinta de la cabeza, levantó su brazo derecho y tocó la gloria con los dedos.
El oro de Marta borra ya de un plumazo el fracaso del vacío medallero de Pekín. Y termina con diez años de sequía de oros en el palmarés de España en los Mundiales. Niurka Montalvo y Abel Antón fueron los últimos, con sendos oros en la cita de Sevilla99.
Marta subió al Olimpo anoche. Está en lo más alto del deporte femenino español junto a Arantxa Sánchez Vicario, Gemma Mengual, Isabel Fernández o Edurne Pasaban. Y la palentina sigue. Sus planes para el futuro son toda una incógnita. Es posible que protagonice una nueva transformación en su carrera y se dedique al maratón en los próximos años. Estará en Londres 2012. "Las espinas olímpicas, como la de Pekín, sólo se sacan en los Juegos", declaró hace unos días. Creamos en ella.
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