Este artículo se publicó hace 16 años.
Matrimonio contra el fracaso
El seleccionador francés, Raymond Domenech, anuncia su boda al ser cuestionada su continuidad
Francia clamaba por su cabeza nada más confirmarse la debacle ante Italia y a Domenech no se le ocurrió otra cosa que pedirle delante de la cámaras de televisión matrimonio a su compañera. “Los únicos planes de futuro que tengo son el matrimonio”, soltó cuando le preguntaron por su continuidad en el cargo. Él es así. Un escapista de la realidad que le rodea. Si le dicen que Italia le ha dado un baño, apela al árbitro, y si le aseguran que hay bronca en el vestuario, lo achaca a la normalidad de la convivencia.
Lo tiene mal Domenech para continuar. Más allá de que Francia fuera incapaz de superar a Rumanía (0-0); de que fuera vapuleada por Holanda (4-1) y por Italia (2-0) con los cuartos de final en juego o de que, en tres partidos, sus jugadores sólo hayan sido capaces de hacer un gol, Domenech será destituido porque ya nadie cree en él. Ha perdido la fé de sus futbolistas, a los que ha sido incapaz de convencerles de su ideario futbolístico. A los veteranos les decía una cosa y a los jóvenes otra.
Makelele y Vieira trataron desde un principio de armonizar la convivencia, pero el ambiente ha sido tenso entre las dos generaciones. Él mismo Domenech lo reconoció ayer: “Los más veteranos tienen que transmitir su experiencia a los jóvenes, pero hubo errores de comunicación y falta de homogeneidad en el grupo. Para los jóvenes, los viejos son unos gilipollas y viceversa”. La acusación de la desunión la confirmó la pelea entre Vieira y Evra en el túnel del vestuario tras la goleada de Holanda.
Fin de cicloFrancia cerró ayer un ciclo glorioso de 10 años. Conquistó el Mundial de 1998 y la Eurocopa de 2000. Entre medias, fracasó en Corea y Japón 2002 y en Portugal 2004. Ahí apareció Domenech, que anunció una revolución de la que se desmarcó a los pocos meses cuando vio que iba a ser su propia víctima. Otro golpe digno de Houdini. Afirmó cuando llegó al cargo que ya no había sitio para los Wiltord, Makelele, Pires, Thuram, Sagnol y no peleó la renuncia de Zidane. Se veía sobrado. A los tres meses, la vieja guardia estaba de vuelta, porque la clasificación para el Mundial 2006 corría serio peligro. Aceptó la vuelta de Zidane y se metió en la final. Se creció, pero no se atrevió a escribir el fin de los pesos pesados.Se plantó en esta Eurocopa con Vieira, que tuvo que irse lesionado; con Henry diezmado y devaluado; con Thuram, agujereado en el Barça; con Sagnol, suplente en el Bayern … Incluyó en el grupo a Nasri, Benzema, Gomis o Malouda… representantes del talento francés más fresco, pero no se atrevió a alinearlos juntos salvo ante Italia.
Utilizó una defensa que no había probado nunca y el agujero que hizo Toni en el penalti fue el resultado más evidente. “Una nueva generación deberá trabajar y ser solidaria “, dijo Makelele, que como Thuram, disputó su último partido con la selección. También Henry lo medita. De Domenech se escribe que Deschamps calienta ya su banquillo.
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