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El mercenario del gol

Forlán, tras renegar del Atlético, planta a Uruguay porque prescindió de su hermano como promotor de un partido

HUGO JIMÉNEZ

Forlán se siente superior al resto de la humanidad. Muy superior. Legitimado para menospreciar a los que tienen el privilegio de contemplarle. No se siente vinculado a nada ni a nadie y lo confiesa con una frialdad que estremece. Tampoco se considera culpable de ofender a los que le veneran y por eso se prodiga. Se declara autorizado para todo, lo último dejar plantada a su selección porque los responsables de la federación uruguaya decidieron prescindir de su hermano como promotor del amistoso ante Indonesia del pasado viernes. No ve más adhesión a una causa que la que aparece reflejada en su contrato. Es un mercenario, tal cual, y tampoco lo disimula.

No se habían apagado los ecos de última ofensa gratuita al Atlético ('si tengo la oportunidad de irme, me iré; no me siento vinculado a ningún equipo', dijo, aunque luego lo negó pese a que la grabación de la entrevista le dejaba sin coartada), cuando el delantero se metió en otro lío: Forlán se negó a viajar hasta Yakarta con la celeste porque no fue su hermano Pablo, que llevaba la gestión inicialmente, sino la empresa Tenfield, poseedora de los derechos televisivos de Uruguay, la que cerró el amistoso. El concurso del Balón de Oro del Mundial habría reportado un mayor beneficio económico a su federación, según estipulaba una de las cláusulas del acuerdo. Forlán no ha hecho declaraciones esta vez. Pero sí su padre, y además incendiarias, contra los directivos uruguayos.

El delantero del Atlético, contra la voluntad de su entrenador ('habría sido muy bueno que no viajara y se quedara recuperándose; en estos casos es el jugador quien debe dar un paso adelante', declaró Quique Flores), sí tenía intención de viajar a China, donde su selección juega el martes un amistoso. Pero por ahora no lo ha conseguido. Unos problemas con su visado le mantenían retenido en Múnich desde la noche del viernes. La Federación Uruguaya estuvo todo el día de ayer haciendo gestiones para solucionar los problemas burocráticos.

Son las cosas de Forlán, un goleador indiscutible, un profesional puro indiferente a los contenidos emocionales que contiene el fútbol. No le conmueve el sentimiento de una afición ni el de sus paisanos. No mira un centímetro más allá de su contrato.

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