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Messi en el recreo

El Barça despacha el trámite con una aburrida victoria, sólo animada por el argentino

GERMÁN ARANDA

Si algo había que evitar en el trámite que ayer afrontaba el Barcelona ante el Rubin era que algún jugador resultara lesionado. Pues bien, antes del descanso Jeffren y Bojan ya habían sido sustituidos por sendos problemas físicos. Además, a diferencia del concierto que Lady Gaga ofreció también anoche en Barcelona, el partido del conjunto azulgrana no fue precisamente un espectáculo de luz y color. Suerte que Messi salió media hora al recreo. Y de la victoria, claro.

A estas alturas de temporada, la tensión competitiva resulta fundamental y no había mucho estímulo para el Barça, con el pase a octavos garantizado como líder de grupo. Pero se esperaba más de los habituales suplentes y canteranos que tenían mucho a demostrar.

Guardiola sorprendió con una formación experimental, un 3-4-3 con rombo en la medular integrado por una interesante mezcla de reservas y los chicos del filial Fontàs, Jonathan y Thiago. Sólo alineó a dos futbolistas, Piqué y Busquets, del once de lujo que saltó al césped en las últimas goleadas ante Madrid y Osasuna. Sin ningún finalista del Balón de Oro de inicio, el mayor atractivo era seguir la evolución de la inagotable cantera azulgrana y el rendimiento de jugadores desplazados de su posición natural.

Antes de que se cumpliera el cuarto de hora, Jeffren prolongaba su calvario con su tercera lesión de la temporada. El Barça, además, no fluía y apenas se asomó al área rival con alguna internada fallida y tibios disparos lejanos. Más peligro creó en sus dos llegadas el Rubin, pese a su exagerado atrincheramiento en su propio cambio.

Lo más destacable del conjunto azulgrana era la flotación de unos jugadores más versátiles que nunca: se llegó a ver a Maxwell como mediapunta en los múltiples cambios de posición que se iban sucediendo. La entrada de Vázquez por Bojan, que por suerte sólo sufrió una contusión en la cara, obligó al técnico a cambiar por completo el dibujo, volviendo al habitual con una insólita delantera formada por Adriano, Vázquez y Jonathan. Tanto imprevisto, tanto cambio, y la renuncia a toda proposición futbolística del Rubin, dificultó el éxito de las combinaciones locales.

Animó al público el gol de Fontàs, con un disparo que entró llorando al aprovechar el despeje de un defensa tras el despertar de Thiago con una buena jugada individual. Pero sólo Messi podía sacar del sopor al aficionado, que se encendió con su entrada. Sus cuatro jugadas en media hora fueron más divertidas que el resto del encuentro. Fue, sin embargo, su compañero en las categorías inferiores, Vázquez, quien cerró el marcador. Buen premio para un chico que apuntaba a estrella y que, estancado y mermado por las lesiones, lleva cuatro campañas en el filial mientras muchos coetáneos triunfan. Por cierto, el Barça venció al Rubin, único equipo al que Guardiola no había ganado.

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