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"En mi época, en el Barça, no vi ningún tatuaje en el vestuario"

Entrevista a Luis Milla, exfutbolista y exseleccionador sub-21

ALFREDO VARONA

Luis Milla (Teruel, 1966) es una voz autorizada para comparar pasado y presente. Ha sido seleccionador sub-21 en los últimos tres años y como futbolista, desde que Cruyff le dio la alternativa en el Barça, construyó una importante biografía. Fue siempre un mediocampista cerebral, lleno de sensatez con la pelota. Jugó cinco años en el Barça, siete en el Madrid y cuatro en el Valencia, en los que sólo le faltó ganar la Copa de Europa. Ahora es un hombre maduro, un entrenador que espera destino y que admite que 'la gente joven ha mejorado de mentalidad' respecto a su época. La prueba está en su hijo, de 18 años, que juega en el juvenil del Atlético de Madrid.

Valdano recuerda que en su época 'era raro que un futbolista leyese. Por un lado, estaba la mente y por otro el cuerpo. Y el fútbol representaba más al cuerpo'. ¿Está usted de acuerdo?

Sí, creo que lleva razón. En mi época apenas se debatía lo que decía el entrenador. Se aceptaba y punto, seguramente porque no existe la formación de ahora en la que te encuentras con chavales jóvenes capaces de debatir con el entrenador. Quizá también he de reconocer que mi caso tampoco es que sea muy significativo. He sido seleccionador sub-21 y es cierto que recibía a lo mejorcito del país.

La cultura tampoco tiene que estar unida al valor del futbolista dentro del césped, ¿no le parece?

Bueno, esto depende como se vea. Cuando ves a un Ander Herrera, un Thiago Alcantara, un jugador como Mata dentro del césped... Cuando ves ese don de mando, esa capacidad para situarse o esa inteligencia con la que estos chicos leen los partidos... está claro que ahí hay algo diferente. Percibes que no sólo hay un futbolista, sino también chicos bien preparados. Y no quiero decir que en mi época no fuese así. Pero era diferente.

Usted salió de La Masia e hizo frente a Cruyff. ¿No le parece suficiente?

Es verdad. Yo di el paso de fichar por el Barcelona que, naturalmente, fue un cambio en mi vida. Tampoco sabía si iba llegar, pero lo hice. Al final, las cosas se repiten, en realidad. Los años pasan, pero el proceso es el mismo. Sabes que tienes que centrarte y que no puedes dejar pasar la oportunidad. Y todo eso claro que te forma. A lo mejor, el futbolista no es un hombre que se pase horas leyendo libros, pero sabe muy bien de qué va la vida, el fútbol es una prueba.

¿Qué diferencias ve entre ayer y hoy?

La vida ha cambiado y casi siempre para mejor. Cuando yo jugaba en el Barcelona ni siquiera existían los teléfonos móviles. Ahora, sin embargo, ves a los chavales y todos tienen una formación en tecnología que en mi época ni se planteaba: todo eso te da una información, una independencia, que es lo que yo veo en los futbolistas de ahora.

¿Usted, por ejemplo, llegó a ver algún tatuaje en un vestuario?

De jugador, en el Barça no, pero en el Madrid, donde estuve siete años, sí. Y en el Valencia también. Yo me retiré en 2001 que más o menos ya era una época moderna.

Siempre se recordará que Milla pasó del Barça de Cruyff al Madrid de Toshack. ¿Cómo era usted en aquella época?

Ha pasado mucho tiempo (risas). Pero, sinceramente, le digo que a veces veo a mi hijo y es como si me viese a mí veinte años atrás. Él también juega al fútbol, tiene 18 años y está en el juvenil del Atlético de Madrid y veo a un chico espabilado que, como su padre, sabe lo que pretende.

¿Qué estudia?

Ha hecho Bachillerato, pero sobre todo es un enamorado del fútbol. No sé si llegará, pero tengo claro que su vida estará orientada en el fútbol, ya ha empezado los cursos de entrenador, su futuro da toda la impresión de que irá vinculado en ese aspecto.

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