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Michu, un 'nueve' universitario para Del Bosque

El último delantero centro que se incorpora a la pelea por el Mundial 2014 demuestra su inquietud más allá del balón. Su amigo Diego Cervero rememora sus tiempos en Oviedo

ALFREDO VARONA

'La gloria sólo está reservada para los valientes'. Es uno de los tuis escritos por Michu (Oviedo, 1986), el último 'nueve' que Del Bosque incorpora a la batalla por el Mundial de Brasil. Un delantero por encima de los 1,90 centímetros ('con mi estatura, las órdenes de la cabeza tarden más en llegar a los pies'). Un hombre distinto que, con la vida ya resuelta, se ha matriculado en la UNED en Administración y Dirección de Empresas. Un futbolista que, según Diego Cervero, el amigo con el que creció en el Oviedo, tiene algo distinto. 'Ha podido cambiar, pero no ha cambiado. Sigue pensando igual que cuando no cobraba dinero'. Obedece, según Cervero, a la educación que le dio su familia en la que la cultura jamás pasó desapercibida. 'Su padre, que creo que ya está jubilado, trabajaba en Hidroeléctrica del Cantábrico, su madre era profesora y su hermano mayor ya ejerce de abogado, aunque también es segundo entrenador del Lealtad de Villaviciosa. Lo está intentando y tiene muy buena pinta'.

Michu es el goleador del Swansea, la segunda ciudad más grande de Gales, gobernada por la Bahía de los Tres Acantilados. La humedad del Atlántico ha mejorado su puntería. El año pasado hizo 18 goles y un daño tremendo a los grandes equipos de la Premier. Ganó la Copa de la Liga y a los 27 años ha logrado lo que a los 17 soñaba junto a Diego Cervero, que era su socio de ataque en el Carlos Tartiere. 'Pero entonces, a una edad en la que existen tantas dudas, ya se veía que Michu podría vivir del fútbol', apunta Cervero, que cumple 17 años ya de antigüedad con la camiseta del Oviedo y cuyos planes han variado sustancialmente este fin de semana. 'Siempre que hay un parón de selecciones, Michu viene los jueves a Oviedo y quedamos para cenar con los amigos en el restaurante Be Labra, donde nos tratan de vicio. Es una cita fija. De hecho, lo teníamos programado para este fin de semana, pero resulta que Michu está en Palma de Mallorca, concentrado con la selección'. Una alegría imborrable que enciende las calles de Oviedo estos días y, sobre todo, las de La Eria, el barrio de clase media en el que creció Michu.

Diego Cervero, que tiene casi tres años más que él, reivindica esa emoción. 'Me acuerdo cuando subió a juveniles y me llamó su hermano mayor Hernán y me pidió que le tratásemos bien'. Diego era el que le llevaba en coche a los entrenamientos del Tartiere. 'Recuerdo que hubo una vez que llegábamos tarde y, nada más recogerle en su casa, nos saltamos dos semáforos, que era para habernos matado. Al día siguiente, jamás olvidaré la cara de su padre, que nos vio porque estaba asomado a la ventana... ¡Y pensar que ahora ese muchacho es internacional!', exclama Cervero que, a los 30 años, colecciona las camisetas que Michu le regala tras jugar en estadios míticos (Stamford Bridge, Wembley...). Y no lo oculta. También le hubiese gustado a él jugar en la Premier... 'De hecho, lo intenté en un barrio de Manchester en un equipo de Segunda B, pero entonces yo no era el futbolista que soy ahora'.

Sin embargo, siempre que Michu escribe de Diego Cervero en Twitter, se refiere a él como 'el Capo Cañonero' o como el jugador que ha sabido adaptarse a la adversidad. 'Me he podido ganar la vida con el fútbol', acepta Diego. 'He podido pagar la hipoteca de mi casa.... He logrado cinco Pichichis, tres ascensos de Tercera a Segunda B... No todos podíamos ser internacionales, no todos teníamos la calidad de Michu. Era algo que se veía en juveniles. Entonces dio un salto tremendo que le distanció claramente'. Y hoy, casi 12 o 14 años después, Diego Cervero se pregunta en privado cómo tiene que ser la vida de un hombre al que idolatra tanta gente (tiene casi 263.000 seguidores en Twitter) y, en definitiva, 'cómo se puede seguir siendo el mismo' con tanto dinero. 'Pero creo que Michu lo es', intercede. 'Hay datos como el hecho de ponerse a estudiar que hablan por sí solos o el de mi fiesta de graduación tras licenciarme en Medicina. Él fue el primero en venir'. Por todas esas cosas, Diego no lo envidia ('no, no, lo admiro') y, es más, se inspira en él para seguir soñando.

'A los 27 años, ha logrado ser internacional en un equipo como el Swansea. ¿No es una prueba de inteligencia? ¿No es algo que nos anima a todos?' Cervero se agarra a esa idea. 'A mí me anima a soñar. Yo sé que no seré estrella de la Premier, pero ¿por qué no voy a ascender a Segunda A con el Oviedo o por qué no voy a ser algún día el médico del club?'. Se está preparando para ello. 'Aún no he hecho el MIR, porque al ser futbolista profesional y estar dado de alta en la Seguridad Social no puedo compatibilizarlo. Se trata de una oposición pública. Pero sigo preparando. Ahora, estoy haciendo un Máster de Nutrición'.

A su manera, hace lo que Michu en Inglaterra. A los 27 años, después de vencer cientos de obstáculos, ha llegado a la selección. Otro momento mágico para Michu, uno de esos emigrantes del Swansea que el periodista Pablo Gómez ha radiografiado en su libro Los Cisnes (Libros del KO). 'En mis conversaciones con él', explica, 'me llamó la atención el hambre, el ansia con el que piensa en el fútbol. Su propia forma de celebrar los goles abriendo la boca demuestra ese carácter'. Goles que, a partir de este viernes, ya forman parte de la selección y que Diego Cervero, imagina, celebrará con alguna lágrima. Es el peso de la infancia.

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