Este artículo se publicó hace 13 años.
Mou se sale con la suya
El Real Madrid reconquista la Copa 18 años después. Un golazo de cabeza de Cristiano en el primer tiempo de la prórroga acaba con la hegemonía del Barça en los clásicos. Di María, el asistente, acab&oa
José Miguélez
En la prórroga, después de un duelo apasionante y largo, reñido, revolucionado y muy táctico, Cristiano elevó al Madrid al éxtasis. Lo llevó hacia el título con un cabezazo espectacular, después de esperar suspendido en el aire la llegada del balón que le regaló Di María desde un costado. 18 años después, el Madrid tiene la Copa que tanto se le resistía. Y al Barça, en el suelo, tras de unas temporadas en las que sólo le habían visto pasar por encima. Mourinho cumplió su palabra. Detrás de sus discutibles planteamientos y sus malos modales siempre hay premio. Es un ganador, no hay duda. Y muy bueno en lo suyo. Porque detrás de la derrota del Barça hubo mucho de su trabajo.
Pese a la paradoja de la alineación (llegado el partido de la verdad, los tres nueves (los dos que había y el que pidió con insistencia en el verano) se comían las uñas en el banquillo. El frente de ataque fue para Cristiano, una forma de insistir en el plan iniciado el sábado, pero con la concesión de Özil. Para hacerle hueco a la petición popular, antes sacrificar un poco de gol que reducir el montaje destructivo.
Pero su entramado no tuvo el perfil menor del Bernabéu. Fue una estrategia encaminada a ganar. Contaminó al Barça, por mucho que jugara a lo de siempre y con lo de siempre, que se reafirmara en sus convicciones. Porque en el fondo le permitió a Mou aplicar el antídoto ideado: Guardiola dejó que cada uno de sus hombres pasara por el sitio exacto donde tenía preparada la trampa.
En medio del exceso de revoluciones, del marcaje al rival de turno y a Undiano, al que se comían los jugadores de uno y otro equipo cada vez que hacía sonar el silbato, el juego creció muy trabado. Y demasiado recargado de patadas. Pero más bien del lado del Madrid. Sobre todo durante la primera mitad.
El primer tiempo lo ganó el técnico luso: anuló por completo a los azulgrana
El primer tramo fue indiscutiblemente de Mou. Nunca se había visto menos del Barça reciente, jamás se le apreció menos comodidad con el balón y tan vacío. No sólo no encontraron los azulgrana agujeros para profundizar, es que ni siquiera los descubrió para entretener, para conservar la posesión. La intensidad defensiva del Madrid fue brutal en esa fase, arrolladora en lo físico y meticulosa en lo táctico. Se zampó al Barça. Le dejó sin ideas.
Pero no fue lo suyo defensa a secas, un simple ejercicio de minimizar los daños del rival. Fue defensa, sí, pero con el objetivo de atacar. El trabajo no se acababa en cerrar y quitar, sino en aprovechar cada robo de la pelota para llegar hasta Pinto. Como si detrás de cada recuperación estuviera la última llave del título. De hecho, de esa primer mitad enérgica y revolucionada, poco elaborada, sacó más munición el Madrid. De la velocidad y el juego directo, una presión muchas veces adelantada, el Madrid arañó cuatro llegadas muy avisadas de gol. El Barça, en cambio, alcanzó el descanso sin ninguna.
Tres tuvo Cristiano, que perdió pegada en la posición de nueve. Cruzó mucho la primera, pifió en el control de la segunda y estiró la mano de Pinto en la tercera. Pero la oportunidad que de verdad zarandeó el marcador la tuvo Pepe (m.42), de cabeza. Özil subió el balón al corazón del área en una contra, el portugués abusó de Alves en el salto y su testarazo dejó clavado al meta. El palo quitó justicia a los méritos de esa mitad.
El Madrid necesitaba menos para sacar más, ya se sabía. Pero eso con el balón. El despliegue sin la pelota sí exigía una resistencia sobrehumana. Quedaba por ver si el Madrid sería capaz de aguantar semejante ritmo defensivo, aniquilador del rival. Y de hecho, aunque no hubo movimientos de ficha tras el descanso, el partido sí fue otro. El viejo Barça empezó a aparecer. Y su posesión, el dominio y el toque. Messi, sin noticias durante la primera fase, dio señales de vida. Xavi asumió el mando. Y sobre todo irrumpió Iniesta, que supo encontrar un hueco entre las dos líneas blancas (cuatro atrás, cinco en el medio). El juego con los enganches resucitó.
El Barça despertó en la segunda mitad, pero sus ocasiones murieron en Iker
Fuera por la falta de oxígeno del Madrid para conservar la intensidad, fuera porque el Barça diera con una solución para hacer su fútbol (Villa pasó al nueve y Messi partió del costado derecho), el decorado de la segunda mitad fue otro. Ya mayoritariamente en el campo del Madrid. Las posesiones le duraban al Barça, aunque sin excesiva profundidad (los centrales del Mou siguieron ganando la partida). Y al Madrid se le gastaban enseguidaba las suyas, no le daban ni siquiera para contraatacar.
Justo después de que Fermín invalidara un gol a Pedro por claro fuera de juego, Mourinho se cansó de Özil y dio entrada a Adebayor. Cristiano regresó a un costado. Dio igual, el Barça ya estaba lanzado. Así que Casillas tuvo que irrumpir en la final. Le sacó un remate claro a Messi, un globo a Pedro y un tiro esquinado a Iniesta. Nada nuevo, San Iker en el momento justo.
Sólo al final, por esos restos de orgullo que siempre le quedan a esa camiseta, el Madrid se acercó a Pinto. Y con mucho peligro: Di María acarició el tanto en la última contra del tiempo reglamentado. De ahí, a la prórroga, con los dos equipos reunidos en corro alrededor de su respectivo entrenador para conocer los últimos planes. Instrucciones que reafirmaron el teórico guión de la segunda mitad: el Barça al volante y el Madrid al contragolpe.
Con un matiz decisivo, el daño lo hizo la rapidez supersónica de los blancos. Por atrás se hicieron una roca. Cristiano avisó primero tras una carrera y luego, tras la mejor jugada del partido, dejó su cabeza para la posteridad. El Madrid tiene ya su Copa. 18 después es campeón. Y el Barça, seis clásicos después, acabó derrotado. Mou se salió con la suya.
Ficha técnicaBarcelona: Pinto; Alves, Piqué, Mascherano, Adriano (Maxwell, m.118); Xavi, Busquets (Keita, m.108), Iniesta; Pedro, Messi y Villa (Afellay, m.106).
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Ramos, Carvalho (Garay, m.119), Marcelo; Özil (Adebayor, m.70), Khedira (Granero, m.104), Xabi Alonso, Pepe, Di María; y Cristiano.
Goles:0-1. M.102. Pared entre Marcelo y Di María por la izquierda y el centro enroscado de este lo remata de cabeza Cristiano.
Árbitro: Undiano. Expulsó a Di María (m.120), por doble amonestación. Amarilla a Pepe, Pedro, Xabi Alonso, Messi, Adebayor y Adriano.
Mestalla: 54.000 espectadores.
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