Este artículo se publicó hace 13 años.
Mourinho, obligado a dar la cara
Hay expectación por ver cómo plantea el técnico luso la remontada del 0-2
No sólo el póster con la Copa que cuelga del vestuario de Valdebebas es a lo que se aferra Mourinho para convencer a sus jugadores de que es posible remontarle al Barça el 0-2 de la ida. También lo que sucedió el 20 abril en la hierba de Mestalla le sirve como coartada para tratar de levantar a un plantel que se vio muy disminuido futbolísticamente frente a su rival hace seis días en el Bernabéu.
Hay gran expectación por ver cómo plantea Mourinho un partido que en un principio le obliga a dar la cara, a renunciar en parte al libreto con el que se siente más cómodo. Necesita, al menos, dar sensación de que le pudo hacer daño al Barcelona para enterrar el complejo de inferioridad que se ha instaurado en parte del vestuario, del club y del madridismo. Despierta mucho interés ver cómo pretende resolver el técnico luso un partido en el que está condenado a ganar por más de dos goles de diferencia. Nunca en su carrera se había visto en esa tesitura tan complicada en una eliminatoria de Copa de Europa. Ni por el resultado, ni por el potencial del contrario, ni por el escenario.
Hay expectación por ver cómo plantea el técnico luso la remontada del 0-2
Los últimos entrenamientos que ha dirigido se han basado en el plan con el que logró sacar del campo al Barça durante los primeros 45 minutos de Mestalla. "Presión alta", que dice Mourinho. Es decir, agobio a la salida de balón del Barça, pero sin esperar en campo propio, tal y como sucedió en el primer duelo de semifinales. Con esa opción, al menos Cristiano no levantará la mano frustrado para reclamar que el equipo le acompañe. Aunque su entrenador no ha preparado un partido a campo abierto consciente de que un gol del Barça cerraría la eliminatoria. Ha recibido muchas críticas por su conservadurismo en la ida, pero es impermeable a ellas a la hora de ponerse frente a la pizarra.
El empirismo que caracteriza la metodología del técnico portugués le empuja a repetir el planteamiento que más resultado le ha dado y ese no es otro que el de la primera parte de la final de Copa. Aunque con el matiz de que no tiene a Pepe, sancionado, para montar el trivote, ni a Khedira, lesionado. Tampoco puede contar con Ramos, también sancionado, al que alguna vez se le ha señalado como futurible mediocentro defensivo.
No hay precedentes con Mourinho obligado a remontar un 0-2 en Liga de Campeones. Está obligado a atacar más de lo que lo ha hecho en los tres partidos anteriores ante un equipo al que con sus propios planteamientos reconoce superior con el balón. Está en medio de una encrucijada nueva para él que va a medir su repertorio como entrenador. Desde que aterrizó en el Madrid se propuso contruir el equipo desde la solidez defensiva. "La estructura parte de ahí", como él mismo suele confesar.
El portugués nunca había afrontado un reto tan grande en Copa de Europa
El resultado, de primeras, le invita a ser más ofensivo, pero ninguno de los enfrentamientos con el Barça los ha trabajado para dominarle desde el balón. Ha jugado a contrarrestar más que a atacar con descaro los puntos débiles del Barça.
El precedente más parecido en el que se ha visto el entrenador del Madrid en toda su carrera es el 1-2 que también le endosó el Barça cuando dirigía al Chelsea en 2006. Por entonces, en el Camp Nou no ordenó un ataque masivo. Jugó a mantenerse en el partido y en la eliminatoria a la espera de un zarpazo que pudiera hacer dudar al Barça. Ronaldinho acabó con su plan en el minuto 78. Su propuesta fue un fútbol encorsetado y muy físico que trabó el juego. Acabó empatando de penalti.
Frente al Valencia, en 2007, y también como técnico del Chelsea, Mourinho viajó a Mestalla con la necesidad de marcar tras el empate a uno de Stamford Bridge. A domicilio jugó con un delantero menos que en Londres, donde empleó un 4-3-3. La vuelta la jugó, con un 4-4-2, un centrocampista más que en la ida y la iniciativa durante el primer tercio se la concedió al rival, entrenado por entonces, por Quique Flores. El Valencia llegó a adelantarse en el marcador. Eliminado, ya sí se desmelenó el Chelsea, que apabulló por velocidad y despliegue físico para acabar ganando 1-2.
A Liverpool también necesitó ir a ganar con el Chelsea tras un empate a cero en casa. Ni él, ni Benítez, se volvieron locos para ir a buscar el partido. Esa eliminatoria de 2005 pasó a la historia como una de las más tácticas que se recuerdan últimamente. En Andfield los dos equipos jugaron a esperar. Un gol fantasma de Luis García le noqueó. Y eso que entonces a Mourinho le valía un solo gol. Hoy, no.
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