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El Mouriño que salió de la Ley Concursal

El misterioso presidente del Celta, que no contrató a Salva por su ideología ultraderechista, es un Dios en Vigo, donde no lo cambian ni por las Champions de Mourinho. '¡Sólo hay un Mouriño y no es portugués

ALFREDO VARONA

Hay en el fútbol una serie de personajes misteriosos, poderosos y de decisiones, a veces, sumamente controvertidas. Son personajes que no sólo residen en Madrid o Barcelona. También lo hacen en provincias como puede ser Carlos Mouriño Atanes, el actual presidente del Celta. Un hombre al que 'Público' ha tratado de entrevistar esta semana y se ha encontrado con una respuesta sagaz por parte de José Carlos Bastos, jefe de prensa del club. 'Completamente imposible'. Ante una respuesta así, no hizo falta ni insistir: 'Cada semana recibe demasiadas peticiones de entrevistas'.

Carlos Mouriño es ese hombre que Cerezo, el presidente del Atlético, utilizó con ironía cuando discutió con Mourinho, el entrenador del Madrid. '¿Quién es Mourinho?', se preguntó a sí mismo. '¿El presidente del Celta?' También es ese hombre al que la afición céltica aclamó el pasado mes de junio cuando el equipo regresó a Primera división: '¡Sólo hay un Mouriño y no es portugués!'. Y Carlos Mouriño, además, es ese hombre que hace quince días impidió el fichaje de Salva como ayudante de Abel, en teoría, por su ideología ultraderechista. Después, Mouriño justificó en voz alta que no fue así ('el Celta no veta, contrata o no'), pero la sensación que le quedó a Salva, cuando colgó el teléfono, es que no fue así. Tenía ya metido el equipaje en el coche y había parado a repostar en un área de servicios cuando el presidente del Celta segó su idea: 'No hace falta que vengas'.

Carlos Mouriño Atanes, en realidad, es un hombre de empresa. Por lo tanto, puede estar acostumbrado a ese tipo de decisiones. Hizo fortuna en Méjico, donde dirige unas sesenta empresas con más de 2.000 trabajadores a su cargo. Es más, en Méjico dirigió las campañas políticas de Vicente Fox y uno de sus hijos, Juan Camilo Mouriño, llegó a ser ministro del Interior hasta que falleció en un accidente de helicóptero. Por lo tanto, Carlos Mouriño parece un hombre de una riqueza biográfica extraordinaria que le ha permitido cumplir sus sueños. 'De pequeño, jugaba al balonmano, pero cuando le preguntaban que quería ser de mayor siempre contestaba lo mismo: 'presidente del Celta'. Es algo que en Vigo ha contado muy a menudo', explica Rafa Valero, periodista de 'COPE' y colaborador de 'Marca', donde, desde hace veinte años, trabaja la información diaria del Celta.

Sin embargo, Valero no tiene posibilidad de entrevistar últimamente a Carlos Mouriño. 'Lleva cuatro o cinco años limitándose a realizar tres desayunos de trabajo, como los llama él, en verano, en Navidad y a final de temporada y, en general, no habla más'. Algo que, sin embargo, no sucedió al principio de su mandato, en el año 2006, cuando Mouriño invirtió un dinero, que no ha recuperado nunca, en un Celta absolutamente contradictorio: el club no tenía un duro, pero estaba clasificado para la Copa de la UEFA. 'Entonces era un hombre muy accesible al que quizá cambiaron los acontecimientos', explica Rafa Valero. 'Al principio, se mostró como una maquina de despedir entrenadores y llegó a recibir pañoladas de la afición'.

Las cosas no le fueron nada bien. Ni siquiera al apostar por el polémico Schtoikov como entrenador. Desde entonces, el comportamiento de Mouriño cambió. 'No he tenido una vida fácil', explicó. 'He sufrido mucho como empresario y por la política, pero nada es comparable al Celta'. De hecho, en Vigo se sabe que, si no hubiese sido por él, el Celta probablemente hubiese desaparecido. De ahí otro de los misterios de este hombre que ha puesto un dineral en el club que difícilmente recuperará. 'En el mundo de la empresa decimos que los negocios se piensan con la cabeza y se deciden con el corazón', ha explicado. 'Pero en el Celta me dejé guiar totalmente por el corazón'. Por eso Mouriño llegó a un club al que, incluso, ha sido capaz de sacar de la Ley Concursal. Y, aunque deportivamente el equipo no se parezca al de la época de los Michel Salgado, Revivo o Mostovoi, la hinchada está agradecida al presidente que, por cierto, es un fanático de la cantera. 'Cogió al Cleta con una deuda de más de 80 millones de euros y ahora está en 17, que es asumible y, además, se contempla que este año el club va a acabar con un superávit de 3 millones', añade el periodista Rafa Valero.

Son, por lo tanto, números bastante generosos en un mundo como el del fútbol cosido a día de hoy por la crisis. Pero el Celta, pese a su angustiosa clasificación, es una rara excepción. Ató su destino a un personaje misterioso, multimillonario y que una vez, cuando concedía entrevistas, avisó que no venía a dejar las cosas tal y como estaban: 'No entiendo la frase: 'el fútbol es así'. Y ante eso me rebelo, aunque tiene un coste social muy grande. Echo de menos poder planificar a largo plazo. No garantiza resultados, pero sí minimiza los riesgos'.

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