Este artículo se publicó hace 14 años.
El último muro de Contador
El muro de Huy, donde espera la meta, salpica en tres ocasiones los 198 kilómetros de la Flecha-Valona
La épica raramente engaña. "La mayoría de las veces incluso se queda corta", incide Bahamontes, uno de quien más lo alimentó. En el Tour por encima de las clásicas. Carreras cuyo sufrimiento acaba al atardecer. Donde el olfato coloca y la fuerza remata. "Nadie tiene miedo al día siguiente, por eso aparecen tantos valientes", asegura Eduardo Chozas. Él se quedó, como muchos, en el intento. Con el mazazo en las piernas por el pavés de la París-Roubaix o del mítico tramo de Koppenberg del Tour de Flandes. Las clásicas expoliadas, a lo largo de la historia, por el interminable pedaleo de castigo de belgas, holandeses e italianos.
El ciclista del veranoquiere ser también el de las clásicas de primavera
No se midió, sin embargo, ante el muro de Huy, el icono de la Flecha-Valona. Las rampas que asustan con sólo citarlas. Una serpiente de curvas y rectas de apenas 1,3 kilómetros con paredes del 19%. "Esa subida se me quedó grabada. Me arrepiento de no haberla ganado", se reconcome Perico Delgado. Perdió su oportunidad en 1989. La misma que hoy busca Contador. "Huy me ha parecido más duro de lo que recordaba, tiene unos últimos 700 metros increíbles", explicaba ayer el de Pinto. En 2006 (finalizó 45º) y 2007 (55º), ya se expuso a su exigencia. Por entonces, las motivaciones, aún expresadas bajo el mismo enunciado, tenían otro trasfondo que en la actualidad. Entonces, como dice ahora, acudió a aprender, a observar los matices que delatan al clasicómano.
"Siempre ir colocado en cabeza, valentía en las carreteras estrechas, habilidad para sortear los codazos y capacidad para aguantar con potencia esa hora y media de más de pedaladas a la que obliga este tipo de pruebas", explica José Luis de Santos, seleccionador nacional de ruta.
Tipos como Ivanov, Cunego, Valverde o Philippe Gilbert, ganador el pasado domingo de la Amstel Gold Race. "Ellos serán la referencia. Están más experimentados y mentalizados que yo, que llego un poco más tranquilo", incide Alberto. Tras la fachada del discurso oficial, espera su instinto. Su agotadora exigencia en una temporada que ya se ha exhibido en todo tipo de perfiles y que necesita alimentar con nuevos retos en su camino hacia el tercer Tour. "Alberto no se ha hecho casi 2.000 kilómetros en coche para otra cosa que no sea ganar", espeta Manolo Saiz, su director en el ONCE y Liberty. "Tiene capacidad de sobra para ganarla", incide.
"Alberto sólo hace 2.000 kilómetros en coche para ganar", asegura Saiz
El muro de Huy, donde espera la meta, salpica en tres ocasiones los 198 kilómetros de la Flecha-Valona. "En los dos primeros pasos se establecen las cribas", apunta De Santos. Un desglose de maillots que colorea las carreteras estrechas, repletas de setos, que multiplican las trampas. "Piensas que es imposible que 200 corredores entren en tan poco espacio. Eso genera una tensión enorme. En las autopistas, el que tira se machaca, el resto va cómodo. En estas clásicas, el que tira machaca a los demás", recuerda Chozas. "Alberto debe estar tranquilo porque este tipo de carreras se deciden siempre en la última subida", insiste Saiz.
"Entonces sólo sobreviven los líderes, que saben que cuentan únicamente con una oportunidad para el ataque", expone Chozas. Será el momento de Contador y de alguno de los apellidos del Tour: Evans, los Schleck, los Sánchez, Popovych, Wiggins... Ciclistas construidos para la gloria del verano, y no para la primavera, como Freire o Purito Rodríguez. Una dualidad que, en Bélgica, busca aglutinar Contador.
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