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Nadal da gracias a Federer

El balear venció sin problemas a Murray y este domingo afronta su sexta final parisina, una cita donde no conoce la derrota

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Las imágenes se repiten en la memoria. Otro rival peligroso triturado por Nadal en la pista Philippe Chatrier. Los puños al aire, la mirada desafiante, los juegos con las botellas de agua. Un brinco al cielo al final del partido. La rutina de París. Este viernes fue Murray, la cuarta raqueta del mundo, quien se diluyó ante un jugador al que no sabe descifrar.

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Más imágenes que se repiten, aunque aún están por llegar: Nadal y Federer caminan juntos por la pista central de Roland Garros. Juegan una final de Grand Slam. Una más. Mañana vuelve el clásico, el mejor partido de siempre. Federer lo hizo posible ganando a Djokovic, que había encadenado 41 victorias. Y lo hizo con un partido que cualquier aficionado debería guardar en su memoria. El suizo, el tradicional rival de Nadal, este viernes le hizo un favor que le puede arrebatar el domingo. Para que el español siguiese con el número uno en la lista que se publicará el lunes necesitaba ganar el torneo y que Djokovic no fuese finalista. La segunda parte de la propuesta la hizo posible este viernes Federer, la otra depende ahora de Nadal, que recibió del suizo un regalo de cumpleaños. Este viernes cumplía 25 y ya tiene nueve grandes.

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Federer no ha terminado, siempre le queda la ambición de ganar uno más –posee 16– y subir su ventaja en la lista de todos los tiempos. Pero pase lo que pase puede salir contento de París. Porque hizo lo que hace unos días parecía imposible, vencer a Djokovic, y con toda la elegancia y sabiduría del mejor de todos los tiempos. El suizo se puso a los mandos de la nave, jugó con la derecha, recuperó el revés y supo imponerse incluso cuando todo le iba por detrás en las sombras de la Philippe Chatrier, esa pista que no tiene focos para alargar la velada.

El suizo venció los dos primeros sets, perdió el tercero y en el cuarto, cuando ya se esperaba la suspensión hasta este viernes, se rehizo de una rotura de su servicio, llegó al tie break y remachó la faena (7-6, 6-3, 3-6 y 7-6). Que nadie vea demérito de Djokovic, este viernes no fue su culpa, sólo fue inferior a un vendaval. Muchas veces se ha dado por muerto a Federer, pero un tipo que ha definido el tenis siempre tiene opciones de volver. Este viernes, sin ir más lejos, lo hizo de nuevo. Y el domingo puede hacerlo otra vez.

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En cuanto a Nadal, su pase fue más fácil y menos brillante. El rival, Murray, es un gran jugador, pero no es Djokovic. El partido fue intenso, con muchos errores, tedioso más que brillante, sólo por rachas. En su caso, para salir con una sonrisa de París, necesitará ganar mañana.

Las sensaciones fueron buenas, claro. Ha llegado a la final del torneo, que era de lo que se trataba. El juego le funciona, y no se tendrá que enfrentar al serbio, que ya se había convertido en una obsesión

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No es una final más, es la sexta y sólo Borg ha conseguido llegar vivo tantas veces al segundo domingo de Roland Garros. El sueco no era un cualquiera, siempre que llegó a esa tesitura se hizo con la victoria. El español no se amedrenta, su récord en las finales parisinas también sigue impoluto. El domingo más e incluso puede que mejor. Estará en juego la historia, la épica, el número uno, el torneo de Roland Garros, otra línea en el currículo. Prácticamente todo.

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