El 3 de enero comienza 2012 para Rafa Nadal. Le quedan por delante 12 meses en los que su raqueta no podrá dejar de moverse, con constantes vuelos y pisando pistas de toda clase y condición. Es la vida del tenista, esa que dura poco y obliga a poner el físico al límite.

El camino este año comenzó ayer en Doha y contra una de las víctimas propiciatorias para el balear: Kohlschreiber. En los ocho enfrentamientos previos había ganado Nadal y ayer volvió a sonar la misma melodía. Lo hizo, eso sí, con algún acorde desafinado, problemas de forma y matices que extendieron el partido más de lo debido.

Ganó el español en tres sets (6-3, 6-7 y 6-3) y disputó su debut en el año más largo, nunca antes había pasado dos horas y 32 minutos en la pista para comenzar la gira del circuito. Las dudas de ese segundo set, que empezó perdiendo por 3-0 pero supo remontar hasta el 4-4 para finalmente perderlo, se disiparon en buena medida en el tercer set, una manga en la que se vio un Nadal más fresco y confiado, firme con su servicio y con el resto tan fino como en él suele ser habitual. Las dudas de los inicios se disiparon algo en ese tercio final. Hoy deberá mantenerlo ante el desconocido Gremelmayr.

Entre los pequeños matices del inicio de temporada, esos ajustes a los que se entregan todos los jugadores para buscar nuevas sensaciones, Nadal ha decidido cambiar de raqueta. Dice que pasarán unas semanas hasta que vuelva a sentir los golpes como antes, todo cambio requiere de una adaptación previa.