Este artículo se publicó hace 17 años.
La naranja descuartizada
Los de Koeman no fueron capaces de doblegar al Schalke y dicen adiós al sueño de la Liga de Campeones.
Un ciclo se ha acabado. Aunque Soler no lo crea, el Valencia necesita una ley de punto y final. Si con la salida de Quique se buscaba una revitalización que permitiera sobrevivir a un equipo diseñado para levantar algún título... La era Koeman por ahora no ha servido para casi nada... digo casi porque por lo menos ahora desayunan juntos en Paterna. Pero por lo demás se trata de un equipo lleno de intención en ideas, pero perdido en el campo y que deja jugar en Europa en diciembre. El Valencia ha dejado de ser ese equipo temible y lo puede pagar muy caro.
Claro que la conclusión puede ser mucho más demoledora Villa, Albelda, Silva... lo que podría considerarse como parte de la columna vertebral de la selección se tendrá que conformar con ver los miércoles de Champions por la tele. Incluso tendrán que luchar hasta el final por jugar la UEFA.
Koeman y la vieja guardia
Y es que el Valencia ha decidido vivir en Mestalla en una ruleta rusa en la que el final no es nada positivo nunca.
A Koeman le dio por confiar en la vieja guardia. Un discurso manido de cualquier entrenador en crisis, que tira siempre de la vieja guardia para que el gallinero no se le alborote. Su apuesta es la de Cañizares, o lo que es lo mismo, aquella que el vestuario adopte de manera tácita. Todo lo contrario a la roja. Luis apostó por quitar a Raúl y Koeman, al revés. La forma en la que han acabado sus equipos sus respectivas clasificaciones Pero claro, los experimentos en Champions se pagan muy caros. Dejar a uno de los jugadores más desequilibrantes de Europa en la suplencia se paga. Silva no está para ver partidos sentado en el banquillo.
El Valencia correteó siempre al son del Schalke, la afición parecía conocer el destino de su equipo, y decidió dejarlo a un lado en un día tan importante. En la vida Mestalla había presentado una visión tan triste ante un partido tan importante.
Claro que todo se agravó con la expulsión del Albelda. Cierto es que es rigurosa, pero decidió la manera de situarse de su equipo en el partido. Con la salida del Albelda del campo, alguien pudo pensar que el Valencia dejaría todo igual para irse arriba. Pero Koeman sacó ese defensa que lleva dentro y sacó a Manuel Fernandes, aquel que defenestró en Portugal y que por lo visto ayer podía haber seguido defenestrado tranquilamente.
Pocas ocasiones, sólo Villa luchaba contra todos y sólo la salida de Silva al final pareció hacer posible el milagro. Pero lo único real es que el Valencia no merece nada.
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