El Valencia no se dejó sorprender en el Ciutat de Valencia, pero tampoco el Levante puso demasiado empeño en darle la vuelta a una eliminatoria de Copa que ya venía marcada a fuego por el resultado de la pasada semana en Mestalla (4-1). En este año en que las diferencias entre los dos vecinos se han acortado a cotas desconocidas, parece que el equipo de Emery es de los pocos que le sacado los colores a los azulgrana.

La receta para esa posible remontada pasaba por una salida salvaje. Ni mucho menos los hombre de JIM encendieron la mecha. Ahí se palpó que más allá de la diplomacia en las declaraciones y de ese casi protocolario ensayo de penaltis en la previa de partido, no había mucha fe en poder derrotar a un Valencia que está vacunado de despistes de ese calibre.

Así que, con este panorama, la noche sirvió para que Piatti pusiera en marcha ese sprint prodigioso o que el canterano Bernat aprovechara los minutos para mostrar detalles interesantes. También la alineación del Levante tenía las novedades de los recién llegados Botelho y Serrano.

El equipo de Emery es de los pocos que le sacado los colores a los azulgrana

Desactivada la opción de partido loco, Albelda y Tino Costa marcaron un ritmo tranquilo para evitar cualquier sobresalto inesperado. Hacía daño el Valencia por la banda de Del Horno. Por ahí se construyeron casi todas sus jugadas de peligro. Los goles en la primera parte, de Aduriz y de Piatti, pusieron punto final a la eliminatoria.

A pesar de que ya todo estaba más que decidido (hubiera necesitado seis goles el Levante), la noche repitió ese carrusel de golpes bajos que ya se padeció en la ida. Parece que hay muchas cuentas pendientes entre los paisanos. Gustavo Cabral ya repartió cera hace una semana y mantuvo la tendencia. El argentino es un central contundente y no se anda con milongas a la hora de entrar al rival. Otra vez dejó un par de perlas.