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Ni paz, ni amistad

El Real Madrid necesita ganar en Atenas

MIGUEL ALBA

El nombre lleva a engaño. Porque la cancha del Olympiacos ofrece poco cariño a los rivales. Durante las dos últimas décadas, entre las señas de identidad del Pabellón de la Paz y la Amistad sobresalían la lluvia de mecheros, monedas, sillas, junto a un infernal ambiente en el que los red boys influyen sobremanera en los árbitros. Un pasado con el que el Madrid de Joan Plaza vuelve hoy a encontrarse (19:00 h) en un partido de extremas necesidades. Si gana, accederá a los cuartos de final de la Euroliga. Si pierde, el recuerdo de la derrota ante el Maccabi en Vistalegre (el primer tropiezo en veinticinco meses) aparecerá sobremanera, del 2 al 4 de mayo próximos, cuando se dispute en el Palacio de los Deportes de Madrid la Final Four.

Para Plaza, el peligro del Olympiacos es simplemente deportivo. 'Giannakis es un gran entrenador que está modelando el equipo a su estilo', asegura. Sin embargo, entre los recuerdos de los veteranos apenas se habla de baloncesto. 'El ambiente es tan fuerte que sólo puedes ganar si te metes en el último minuto con siete u ocho puntos de ventaja. De lo contrario, despídete', asegura José Miguel Antúnez. El ex base sufrió, en enero de 1994, la paradoja de la Paz y la Amistad cuando los árbitros dieron como válida una bandeja que Franco Nakic anotó 2,7 segundos después de finalizar los cinco minutos de la prórroga. Un año antes, en una nueva victoria del Olympiacos (63-62) sobre el equipo blanco, el búlgaro Ivanov recibió doce puntos de sutura al recibir un monedazo en la cabeza antes de finalizar el primer tiempo.

‘Baby Shaq', en una clínica

El Olympiacos que hoy entrena Giannakis apenas mantiene los patrones con el que perdió ante el Madrid en su última visita a Grecia (75-83, primera fase de la Euroliga 2004-05) Los norteamericanos Lynn y Marc Jackson se han convertido en la referencia en ataque de un equipo que ha perdido potencial en la pintura por la ausencia de Sofoklis Schortsa­nitis. Baby Shaq se encuentra ingresado en una clínica de Suiza, especializada en nutrición, para adelgazar, durante tres meses, treinta kilos. Al pívot, que a principioz de año alcanzó los 200 kilos, peso que el club conoció al obligarle a pasar por una báscula especial situada en un mercado, se le rescindirá el contrato si no logra reducir esa cantidad al final de la dieta.

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