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El niño que no tiene prisa

En el de Cervera todo ha sido siempre superlativo con respecto a la precocidad. Pero también con la madurez

M. ALBA

Exploró los límites de precocidad en su debut en el Mundial. 15 años pelados, la edad mínima para dar vueltas al mundo corriendo con una moto, un diente de leche, los huesos en pleno desarrollo e hincando codos delante de los libros de tercero de la ESO. Todo eso sucedió hace dos años en Jerez. Entonces, Marc Márquez era un proyecto de campeón. Pasó de luchar en el CEV (también ha sido campeón de España de motocross-iniciación y de Catalunya de 125) a hacerlo con la élite mundial. 'Va a ser una temporada difícil para él', vaticinaba Pedrosa, su ídolo. Como Pedrosa en su día, Márquez también era una pluma de tan sólo 43 kilos que le obligaban a llevar un lastre de 17 kilos de placas de plomo por la KTM, para cumplir con la norma mínima de peso piloto-máquina.

'Mi objetivo es ser campeón del mundo pero tengo que ir con calma', soltaba en 2008. Los pasos se han dado sin estridencias. Se moldeó a la persona tanto como al piloto. Tuvo que coger peso para poder manejar bien su montura, sobre todo en los cambios de dirección, punto débil en su fino estilo de pilotaje. Para ello, se le impuso una dieta con cinco comidas al día. Los estudios que se han efectuado de sus huesos dicen que Marc alcanzará 1,70 o 1,75 metros -ahora mide 1,68- de altura cuando finalice su desarrollo, cifras ideales para competir en MotoGP. El piloto se desarrolló a la sombra de Emilio Alzamora. Sin estridencias en el aprendizaje. Un adolescente que crece al ritmo normal, sin los grandes saltos que mostraron Lorenzo o Pedrosa. 'Sólo hay un camino para ser piloto profesional, y pasa por el sacrificio y la dedicación absoluta. Marc lo lleva bien', explica Alzamora. Primero fue con su padre, en el enduro y las minimotos, y desde los 11 años, con monturas de gran premio.

En el de Cervera todo ha sido siempre superlativo con respecto a la precocidad. Pero también con la madurez. Sabe asimilar bien las cosas y transmitir perfectamente a los técnicos las sensaciones de la moto. Las mismas sensaciones que mostraba Rossi a su edad. Le gusta la explosividad de Stoner y 'cosas' de Lorenzo. Como él, empezó a ir en moto desde niño. La primera, con 3 años, se la pidió a los Reyes Magos.

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