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No hay quien jubile a César

En una noche gris de sus jugones, el Valencia logra los tres puntos ante el Málaga con una gran tarde de su portero (0-1)

ALBERTO CABELLO

La urgencia ante la lesión de Renan le abrió las puertas del Valencia hace un año cuando ya se olía el final de su carrera. Este verano el fichaje del prometedor Moyá le auguraba un curso postrado en el banquillo. No hay modo. Ahí sigue con 38 años. El joven es el que aguarda ahora su oportunidad mientras que el veterano cierra cualquier debate dejando la portería a cero. César resultó decisivo para que el Valencia se escapara de la Rosaleda con los tres puntos en el petate.

Su equipo también sabe ganar cuando sus cuatro magníficos se espesan. Lo demostró ayer en Málaga en una función más práctica que brillante. El equipo que presume de rasear el balón como pocos ganó el partido por el aire. Un cabezazo del restaurado central David Navarro mantiene la buena racha de los de Emery. Fue una victoria ganada gracias al fondo de armario, al trabajo certero del defensa goleador o a las paradas de su portero.

Los de Muñiz salieron al campo con la bufanda hasta la boca para contrarrestar el vendaval valenciano. El técnico construyó una línea de cinco defensas delante de Munúa para evitar el rondito de los Silva, Mata y compañía. La atalaya se vino abajo al minuto. Villa ya había mandado un balón al palo y forzó la primera buena parada del guardameta uruguayo sin que el cronómetro apenas hubiese avanzado.

Con tres, cuatro o cinco zagueros, resulta toda una imprudencia concederle la pelota a los levantinos. Ante este equipo, esconder a todo el equipo por detrás de la pelota no garantiza nada de nada. El Almería ya salió escaldado con ese planteamiento la semana pasada. No sólo en el Camp Nou. La calidad, tarde o temprano, aparece.

Fue tanta la superioridad del Valencia en los primeros diez minutos que Muñiz no tuvo más remedio que rectificar sobre la marcha. Apretó a Juanito hacia el centro del campo para discutir la posesión de balón y empujó a Duda y Luque hacia el área.

En cuanto Banega dejó de asomarse, el Málaga empezó a desnudarse. El argentino es el primer pase, el que da cuerda para que los de arriba muevan la noria. Con la batalla del centro del campo ya igualada, Obinna se atrevió a buscar portería. La zurda maestra de Duda empezó a encontrar esos centros que tantas cosquillas hacen a los centrales contrarios. El Málaga no encontró premio a su apuesta más arriesgada por las espléndidas intervenciones del portero.

Cuando peor lo pasaba el Valencia, un centro de Pablo Hernández encontró la cabeza de David Navarro en el único fallo de Munúa en todo el encuentro. Muñiz infectó el campo de delanteros pero ninguno fue tan letal como para contagiar a César.

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