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El portugués acabó enfadado por no tirar el último penalti

Busca alcanzar a Messi en la lucha por el pichichi

GONZALO CABEZA

El balón es un elemento a domesticar y Cristiano lo sabe. Los que le conocen afirman que el portugués pasó su juventud tirando faltas para llegar a ser el mejor lanzador y que ese comportamiento sigue siendo su rutina.

El trabajo para dominar todos los detalles. En Liga de Campeones demostró rápido que el trabajo es fructífero. Marcó tres de las cinco faltas que intentó, parecía hermanado con la competición, como si aquello formase parte de la normalidad. En Liga, sin embargo, las cosas no iban bien en los tiros libres. Cristiano lo intentaba siempre que el árbitro marcaba una falta cerca del área, pero el balón rara vez iba entre los tres palos y mucho menos a gol.

La única diferencia estaba en el esférico. El de la Champions era el de siempre, ese con el que Cristiano llevaba años ensayando y al que ya tenía la medida cogida. En Liga, el balón era un intruso, un elemento extraño y novedoso que no parecía dispuesto a hacer caso a las intenciones del madridista.

Este domingo la pelota sí obedeció. Diego López salió del palo y Cristiano encontró el lugar que le dejaba. La fuerza, la curva, el efecto, la caída, todos los elementos que hacen de una falta un gol se coaligaron para abrir el marcador. Fin de la maldición. El balón de la Liga ya sabe lo que es besar la red en una falta de la estrella.

Cristiano, el jugador de los grandes titulares, también vive apegado a los pequeños detalles, tanto en lo futbolístico como en cuestiones de comportamiento. Después del gol tuvo tiempo para un detalle más, en esta ocasión con su tierra, Madeira. La isla que le vio nacer sufre unas terribles inundaciones que han dejado más de 40 muertos y él recordó la tragedia con una camiseta en la que estaba escrito el nombre de su patria chica. Ya antes del encuentro Cristiano había tenido unas palabras de ánimo para los suyos. Se declaró 'consternado' por lo ocurrido y se mostró 'disponible' para ayudar en lo necesario.

No era la primera vez que Cristiano se quitaba la camiseta en el Bernabéu. La ocasión anterior fue contra el Almería, en un gesto de rabia, que le costó una tarjeta tras marcar de penalti. Quiso tirar la última pena máxima, pero Xabi Alonso no le dejó. El vasco se apoderó de la pelota y marcó el sexto gol. El gesto no le hizo gracia al luso, que con 12 goles y mucha ambición, busca alcanzar a Messi en la lucha por el pichichi (el argentino acredita 16). Cristiano abandonó el césped con gesto serio.

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