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Los principios antes que el oro del Madrid

Del Bosque no tiene previsto hacer acto de presencia en la entrega de la insignia de oro del Real Madrid

L. J. MOÑINO

Marqués, Príncipe de Asturias, Gran Cruz al Mérito Deportivo, hijo predilecto de Salamanca, cofrade de honor de la Hermandad de Amigos de los Nabos, distinciones del Getafe, Sevilla, Valencia, Barcelona y Atlético de Madrid... A todos estos galardones acudió Del Bosque agradecido, pero donde no tiene previsto hacer acto de presencia, según adelantó ayer Marca, es a recoger la insignia de oro que el Real Madrid tiene previsto entregarle el próximo 3 de noviembre junto a Plácido Domingo y Rafael Nadal. Una ceremonia que el seleccionador considera forzada y a destiempo, más de un año después de lograr el Mundial. Del Bosque aún medita cómo explicarle al madridismo el porqué de su decisión. En su entorno reconocen que 'ya habló con la persona del Madrid [Butragueño] que tenía que hacerlo' y ahora le falta una explicación pública que se está'preparando'.

No le agrada al seleccionador que en el acto no se reconozca también a sus ayudantes de entonces, cuando dirigía al Madrid, los mismos que ahora trabajan junto a él en la Federación Toni Grande como segundo; Javier Miñano, preparador físico; Paco Jiménez, ojeador y analista de rivales, pero en el trasfondo del asunto y como nudo gordiano está su desapego hacia Florentino Pérez. Es una cuestión de principios lo que en estos momentos genera ese rechazo de Del Bosque. Sólo el madridismo puede hacerle cambiar de opinión y aún así a día de hoy parece complicado. Del Bosque no se identifica con las líneas maestras con las que Pérez dirige el club y menos ahora que se ha radicalizado en la mourinhización. El Madrid de Florentino tiene muy poco que ver con los valores que Del Bosque defendió convencido durante 30 años en los que ejerció de jugador, director de la cantera y entrenador del primer y segundo equipo.

En el trasfondo está el desapego del seleccionador hacia Florentino

Del Bosque no quiere formar parte de una maquinaria que en su día le expulsó del club por la puerta de atrás cuando acaba de firmar la etapa más gloriosa de su historia desde la de las cinco Copas de Europa. Ahora mismo, a Del Bosque le incomoda que Florentino Pérez instrumentalice su tirón ante el madridismo, que le utilice como reclamo cuando nunca el presidente se ha arrepentido de no haberle renovado. Desde aquella decisión, el Madrid viaja a la deriva, aunque la gestión económica le dé lustre al proyecto.

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