Este artículo se publicó hace 11 años.
A punto de ganar su segunda Champions en edad de jubilarse
Heynckes dirige a sus 68 años al magnífico Bayern Münich que esta noche disputa la final en Wembley ante el Borussia Dortmund
Los focos no se separarán esta noche en Wembley del banquillo del Bayern Münich, donde manda un hombre de 68 años. Se trata de Jupp Heynckes, cuya vida de entrenador empezó en 1979 cuando cogió el Borussia Mönchenglabach. Desde entonces, no ha pasado un solo año sin entrenar fuese en España, Portugal y, sobre todo, en Alemania. Siempre pareció un hombre vulnerable y de no mucha una personalidad. Pero esta noche ocupará en Wembley el puesto que quisieran todos los entrenadores del mundo.
"Para mí, Heynckes representa una lección para el fútbol, para la sociedad y para mí mismo", admite Javier Irureta que, a los 65 años, piensa que "la edad debilita a los entrenadores". Él ha ejercido este trabajo durante dos décadas, en las que llegó a ser campeón de Liga y Copa con el Deportivo, pero duda si ahora, con tres años menos que Heynckes, tendría fuerzas para volver. "Es una profesión exigente en la que el entorno te exige demasiado y no es fácil conservar la motivación. Hay que tener mucha fuerza para estar ahí".
De alguna manera la historia da la razón a Irureta. Hubo gente mítica como Cruyff que, a partir de los 48 años, no volvió a entrenar más. O Frank Beckenbauer, que dejó los banquillos a los 45. Sin embargo, Heynckes continúa a los 68 años sin fecha de caducidad. Ni siquiera la llegada de Guardiola a Münich significa el final de un entrenador, cuyo caso tampoco se parece al de Fergusson en el Manchester.
Irureta: "Para mí, Heynckes representa una lección para el fútbol, para la sociedad y para mí mismo"
Heynckes no ha tenido ese poder en ninguna parte. Heynckes, en realidad, ha sido un nómada, un hombre de perfil bajo que quince años después suena para volver a entrenar al Real Madrid. La pregunta es si a los 68 años podría resistir la descomunal presión que ejerce el Bernabéu sobre los entrenadores. "Yo pienso que no, pero también diría que Heynckes es una excepción", explica Irureta. "La prueba está en lo que ha hecho en el Bayern, donde quizá no tenga la misma presión ni el mismo número de medios de comunicación que en el Madrid. Pero un hombre que está donde está él, a los 68 años, merece una consideración aparte". Irureta insiste en el tema de la edad: "Yo pienso que la edad te limita, te quita vitalidad, te impide quizá reaccionar a la velocidad adecuada y probablemente ya no tienes la misma paciencia que antes para aguantar, pero Heynckes...".
"No podía dominar el vestuario"La realidad es que hace quince años ese mismo hombre, que gobierna a este gran Bayern Münich, no pudo con la presión del Real Madrid. Ganó la Copa de Europa, 32 años después, pero ni siquiera ese dato fue suficiente para que continuase. "No podía dominar el vestuario y él mismo lo reconoció", explicó el presidente Lorenzo Sanz. "Acabó aislándose de todo y de todos". De ahí que el famoso gol de Mijatovic en la final de Amsterdam no cambiase nada.
La leyenda de esos días cuenta que ni Heynckes celebró aquella Copa de Europa. Heynckes entonces ya era un técnico prestigioso. Tenía casi dos décadas de profesión. Venía con un currículo estupendo en España, de hacer cosas importantes en el Athletic, donde descubrió a Julen Guerrero, y en el Tenerife, al que llevó a la UEFA. Pero aquel Madrid fue un equipo tan complicado o más que el de ahora con futbolistas como Mijatovic, Suker, Redondo, Seedorf o el mismo Raúl. Heynckes fue incapaz. Su segundo entrenador, José Antonio Grande, recordó que "su carácter tampoco le ayudó. Es alemán, reservado y quizá algo desconfiado".
José Antonio Grande define al alemán como "reservado y quizá algo desconfiado"
Quizá por todo eso se despidió como llegó, como un señor. Ante todo, fue un hombre que supo sufrir en silencio y sin líos, la consecuencia de sus tres décadas de entrenador en las que él mismo reconoce que tiene material para escribir más de un libro. "Pero obviamente es algo que no voy a hacer", dice Heynckes de acuerdo con su forma de ser, la de un entrenador que nunca fue un hombre anuncio. Ajena a lo superficial, su vida siempre fue otra cosa. Es más, cuenta la leyenda que cuando le despidieron por teléfono del Borussia Mönchengladbach en el 2007, lo primero que hizo fue llevar el coche -propiedad del club- a un autolavado. Llenó el depósito, lo aparcó en la plaza reservada al entrenador en la sede del club y dejó las llaves en la recepción.
Ahora, Heynckes está en Londres y todo el poder de decisión en el Bayern es suyo. Busca su segunda Copa de Europa, que tiene cierto parecido con la que ganó hace quince años con el Madrid en Amsterdam. Como pasó entonces, cerrará una etapa que, eso sí, esta vez ha sido más feliz. Tiene mil y un motivos para jubilarse y vivir en paz. Pero ni siquiera él lo ve claro. Dicen los que le conocen que siempre ha sabido reciclarse, que sabe manejar la presión, que nunca será un problema cara al exterior y no hay casi nadie, en sus 30 años de profesión, que hable mal de Jupp Heynckes.
"¿La edad?", vuelve a preguntarse Irureta. "El único impedimento en su caso es que ya no le puedes ofrecer un contrato largo, pero en España no sería gran problema, porque el fútbol se mueve a corto plazo". Y si se busca gente que triunfó a su edad también se encuentra. Sin ir más lejos, Luis Aragonés ganó una Eurocopa a los 70 años, aunque probablemente eso no tenga nada que ver con la presión que significa el día a día en el Madrid. Hace 15 años Heynckes ya la vivió y no la soportó. Y eso que entonces no había tantos medios de comunicación como ahora. Pero dejemos que esta noche disfrute en Wembley como se merece.
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