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Quero hunde a Arconada

El Almería desaprovecha el primer gol ante el Numancia

ÁNGEL GARCÍA

Quero, el jugador más pequeño de Primera, emergió en Soria magnificando una figura a la que le solamente le faltó el gol. Con poco más de metro y medio, se merendó a los cuatro de atrás de un Almería que busca resucitar.

Pese a adelantarse con el gol de Solari, en la única llegada de los andaluces en toda la primera mitad, los de Arconada fueron engullidos en Los Pajaritos. Se resisten los rojiblancos a ofrecer la versión del inicio de la competición, cuando enloquecían al rival por las bandas, cuando asustaban, en definitiva, cuando creían en lo que hacían. Porque sin Negredo en punta, aparte de la orfandad manifiesta con el gol, su carencia de fe en lo que hacen se multiplica.

Con un discurso muy articulado, el Numancia creció con el gol en contra. De forma enérgica asumió el balón convirtiéndolo en un objeto de culto propio, sin opciones para un rival que, mermado en piernas, sigue, como en los últimos partidos, sin dar señales. Quero, cayendo al centro desde la banda, elaboró el plan ofensivo de los suyos llevando al Almería a la bancarrota. A vueltas con una autoestima herida tras empatar Del Pino, el Almería siguió sin entender el límite del partido; dio espacios a los locales priorizando una estrategia que se sustentaba a base de precauciones defensivas. Era tal el huracán del Numancia que su rival, sufriendo, pedía a gritos un descanso ansiado por su agonía.

La entrada de Corona consagró el toque por encima del nervio. Intentó ubicar a su equipo, hasta entonces perdido, en el mapa. Pero la catástrofe visitante adquirió tintes dramáticos con el segundo gol castellano. Goiria lo firmaba obligando al Almería a quemar espacios atrás, a ampliar su campo de visión más allá del centro del campo, con Juan Pablo en la diana. A ello le ayudó la expulsión de Barkero. Con uno menos, el Numancia fue valiente. Cualquier otro, en sus condiciones, absolvería sus errores yendo a una guerra defensiva, pero no, los de Kresic continuaron con el hábito de tocar, de llegar con la pelota en circulación, algo impensable en el que vive entre necesidad y tensión soterrado en la parte baja de la tabla.

Entre el pragmatismo y el idealismo, el Almería languidecía; quería el balón pero lo rifaba en cuanto lo tenía. Sin presencia en punta, desgastaba al Numancia mordiendo en la presión pero sin punch, sin explosivo para dinamitar la línea de flotación numantina con un Nagore inmenso. Kale Uche o Piatti, al final, pudieron equilibrar una balanza que ayer no supieron manejar.

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