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Rakitic, el padre de la transición

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Su entrenador Unai Emery siempre habla de "los huevos que tiene Rakitic". Es una prueba de la complicidad que tiene con él. Es más, es posible que nunca tuviese tanta con un solo futbolista. Ni en Lorca ni en Valencia ni en Moscú, donde Unai trabajó unos meses. Pero Rakitic representa como nadie al Sevilla que esta noche (20.45 horas) jugará la final de la Europa League frente al Benfica. Un futbolista de 26 años, con un hambre terrible y un compromiso con la ciudad que le hizo más grande. Llegó en el invierno de 2011, sin saber una sola palabra de castellano, y hoy es el capitán del equipo. "Aquí ha aprendido a ser un líder", explica Santiago Rivera, psicólogo que trabajó durante seis años para el Sevilla. "No es fácil ser un líder alejado de tu lengua materna. Al contrario. Es realmente difícil. Pero eso aprecia su capacidad de adaptación. Ahora, uno ve a Ivan y, con solo tres años en la ciudad, le parece un andaluz más".

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La vida le da la razón. Rakitic se ha convertido en marido de una andaluza, en padre de una andaluza y hasta se hizo empresario de la hostelería en la ciudad. Un compromiso enorme con una ciudad, que lo aceptó con incertidumbre en invierno de 2011 cuando vino del Schakle 04 aconsejado por el mítico Raúl. "Me dijo que no me iba a equivocar". Después, preguntó a Suker lo que significaba jugar y vivir en Andalucía y cuando Suker le contestó que "eso puede ser lo más parecido al paraíso", su cerebro ya hizo la mudanza. Desde entonces, la ciudad sólo ha estado una vez en contra de Rakitic. Fue en un momento cumbre, en el España-Croacia de la Eurocopa 2012, en el que un cabezazo de Ivan que, de no evitar Casillas con una parada casi imposible, hubiese eliminado a España. Pero a la vez dejó un desafío abierto para Rakitic, el consuelo de Slaven Bilic, su seleccionador, para este próximo verano. "En el Mundial de Brasil volverás a tener una oportunidad como esa y marcarás".

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La realidad es que Rakitic llegó riendo al Sevilla., Siempre quedará esa primera fotografía sin cansancio por el viaje, sin miedo a nada. Tres años después, no ha dejado de reír. Una prueba de lo que pasa ahora, con una hinchada que lo adora como en otro tiempo pasó con Kanoute o con Pintinho. La gente lo reconoce como el héroe de la transición por la que pasa el Sevilla. La única condición que puso Emery el año pasado, cuando se traspasó a Navas, fue que no se marchará Ivan. "Me conformo si se queda Rakitic". Un año después, de cara al próximo verano, quizá ya sea más difícil que se quede. La prensa ha anunciado su fichaje por el Madrid por 40 millones de euros, aunque ahora mismo esa noticia puede esperar en el corazón sevillista. La pena no tiene razón de ser en un día como éste.

Su vida está en Turín, donde es posible que esta tarde Rakitic no pueda echarse la siesta. "No sería la primera vez que la afición me lo impide". Pero aun así no tiene nada que reprochar a esa afición, exiliada hoy en Turín, totalmente supeditada a la pierna izquierda de Rakitic. Los más ingeniosos se refieren a él como "el otro Balón de Oro", una idea que Emery, sin alejarse de la prudencia, tampoco condena. "¿Por qué no va a pasar en el futuro?" Pero para eso hace falta la victoria en noches como la de hoy con el Sevilla o en el próximo Mundial, donde Rakitic lidera, junto a Modric y Mandzukic, el sueño de Croacia. Un sueño con causa y que, como mínimo, quiere parecerse al de hace 16 años en el Mundial de Francia 98, cuando aquella selección, presidida por Suker, Boban o Prosinecki, llegó a semifinales.

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