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Raúl no fue necesario

El Schalke del exmadridista remonta el gol inicial de Ricardo Costa para superar a un Valencia sin suerte

SALVA TORRES

El Valencia empezó de cine, pero se dejó remontar, algo que suele ser su especialidad. Manejó el partido con solvencia, tuvo oportunidades sobradas para llevarse la eliminatoria y, sin embargo, le tocó apelar a la heroica. El Schalke, más directo, golpeó dos veces y echó el cerrojo enseñando las uñas al contragolpe. La exquisitez que solicitó Emery para materializar la férrea voluntad de ganar no apareció. Los alemanes, a base de chapa y pintura, fueron más efectivos.

Y eso que Ricardo Costa puso en franquicia la eliminatoria. Tenía muy buenos recuerdos el central portugués del Veltins Arena, donde fue campeón de Europa con el Oporto. Y el ánimo cuenta. A las primeras de cambio se fue hacia delante, esperó que Topal se revolviera dentro del área y cazó su centro a modo de misil estirándose como un pararrayos. El Valencia se adelantó y enfrió las repletas gradas. Al Schalke le tocó remar a contracorriente. Y vaya si lo hizo, a pesar de que el guión de Emery lo interpretaron a rajatabla sus jugadores, con Pablo, Joaquín y Mata quitándoles la cartera a los defensas germanos, mientras Topal barría por el centro y Banega tejía y tejía.

Los de Emery empezaron de cine y tuvieron ocasiones de sobra para ganar

El Schalke anduvo tocado tras el gol. Jurado se perdió en regates y Raúl no alcanzaba balones en condiciones. Ya lo advirtieron sus protagonistas: el partido se resolvería por detalles. Y si el primero lo dibujaron a medias Topal y Ricardo Costa, el segundo empezó con una falta a Gavranovic. Farfán oteó la barrera y puso el balón en la escuadra. Un chispazo que vino a cortocircuitar el buen trabajo del Valencia. La habilidad del peruano obró el milagro. Fue el revulsivo del Schalke, a falta de mejores detalles.

Los alemanes metieron desde el principio la directa, con balones largos al área y mucha vaselina por las bandas. Pero fue a raíz del empate cuando intensificó esa presión. Y nuevo detalle: Guaita despejó blandamente un centro de Kluge y, a trompicones, resolvió Gavranovic con el suspense de los postes. El Schalke remontó sin que Raúl tuviera que intervenir demasiado. Al Valencia se le torció el guión, aunque se vio en el papel que últimamente más le gusta: la épica. Para llevarla a cabo, salió Soldado.

Aduriz pudo sentenciar dos veces: una se le fue al costado y en la otra apareció Neuer. Continuó avisando hasta el final el Valencia, que de tanto amagar y no dar derrochó el partido, dilapidando el crédito que por juego mereció. No acertó, precisamente lo contrario que el Schalke, un equipo resistente, pura tecnología alemana con incrustaciones españolas. Farfán apuntilló cuando el Valencia lo intentó a la desesperada. Adiós a Europa, donde sigue Raúl.

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