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Revancha mundial tres años después

Argentinos e italianos disputan la final de un torneo en el que siguen dominando los clásicos del fútbol

AXEL TORRES

Por mucho que algunos sigan criticando la actual fórmula del Mundial de Clubes, es innegable que el duelo entre Boca y Milan que se jugará esta mañana en Yokohama (11:30 h.) es un partidazo. Lo juegan dos equipos clásicos, dos clubes de dimensiones planetarias, Desprestigiarlo es negarse voluntariamente a asistir a un gran espectáculo, algo casi masoquista.

Carlo Ancelotti comentó ayer que una victoria ante Boca produciría 'la mayor de las satisfacciones'. El técnico italiano ha ido disipando todas las dudas que tenía. Las ligeras molestias de Kaká parecen haber desaparecido, al igual que las de Pirlo e Inzaghi. Todos ellos serán titulares. Pippo, según todas las quinielas de la prensa italiana, le ganará otra vez el puesto a Gilardino, que es el elegido en gran parte de la temporada pero que se ve relegado al banquillo en los encuentros decisivos. La mayor experiencia de Inzaghi y su romance con las grandes citas son los argumentos que esgrime Ancelotti para rotar a sus delanteros. También partirá en el once inicial Maldini, que ya declaró meses atrás que estaba especialmente motivado para jugar este torneo debido a frustraciones anteriores en Japón.

La final del Mundial de Clubes también desequilibrará la balanza entre Milan y Boca, ambos con tres títulos intercontinentales en sus vitrinas. Maradona dio ayer la clave para derrotar a los italianos: anular a Kaká. Una gran jugada del brasileño fue el factor desequilibrante en la semifinal del jueves ante Urawa Red Diamonds. Miguel Ángel Russo habrá tomado nota, aunque la baja del colombiano Vargas, que ejerció de medio centro defensivo ante Etoile du Sahel, supone un contratiempo añadido. El uruguayo Álvaro González le suplirá en la zona ancha.

Los grandes ausentes, Ronaldo y Riquelme. El brasileño no pudo recuperarse y quedó descartado ya días atrás. Román no fue inscrito, aunque viajó a Japón para animar a sus compañeros. ¿A quién debe temer, pues, el Milan, si no está el diez? Martín Palermo es la versión argentina de Inzaghi: finalizador sin técnica aparente pero que se crece en las finales. Y, claro, luego está el triunvirato de jóvenes valores destinados a llegar pronto a Europa.

Banega es un medio centro tan bueno con el balón en los pies que lo adelantan para que se convierta en un falso enganche. Cardozo tiene velocidad y una técnica dañina en carrera. Y Palacio posee un cambio de ritmo que suele ser imparable para las zagas rivales. Sin embargo, Boca puede tener dificultades en defensa. Maidana y Paletta son dos centrales prometedores, pero quizás algo inexpertos.

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