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Ricky, el jugador de otro planeta

El chico que desea la NBA, con sólo 17 años, ya aparece entre los grandes del Baloncesto

NOELIA ROMÁN

Uno menciona a Ricky Rubio y el universo del baloncesto empieza a girar. Como en órbita planetaria, aparece Arvydas Sabonis. Y Drazen Petrovic. Y Zoran Slavnic. Y Mirza Delibasic. Y Larry Bird. Astros baloncestísticos que alumbraron  auténticas constelaciones de grandes jugadores y equipos de ensueño que ya forman parte de la historia.

Generacionalmente, es obvio, nada tienen que ver con Ricky.  Con algunos, como Sabonis, el joven base del DKV Joventut ni siquiera comparte posición. “Pero yo lo situaría ahí, en la categoría de Petrovic y Sabonis, jóvenes que me impactaron en su momento, que cambiaron a sus equipos y los hicieron campeones”. Quien esto afirma es Jose Montero, el base que, hace  dos décadas, ocupaba en la Penya el lugar que, con sólo 17 años, ahora se ha ganado Ricky.

Entonces, Montero contaba 22 años y había irrumpido en las canchas como uno de los primeros bases en aunar algunas de las características que hoy Rubio posee en grado superlativo: altura (Montero medía 1,93 m.; Rubio, 1,90), talento y grandes cualidades defensivas. No en vano, en 1996, el ex base de la Penya, que además poseía un gran tiro exterior, estableció el récord histórico de recuperaciones de la Liga ACB, con 750.

Ricky tiene todo eso y algo más. Mucho más, a decir de los expertos. “Parece que él haya inventado el baloncesto”, asegura Montero, en una afirmación que quizá incomodaría al bueno de Naismith. “Es el caso más sorprendente que he visto en este deporte”, añade José Luis Llorente, ex base del Real Madrid y ahora presidente de la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP).

“Nunca antes, había visto a un jugador de esta edad comportarse como lo hace Ricky”, explica. “Porque lo raro no es que tenga mucho talento, sino que no se equivoca: juega como un veterano bueno. Eso es lo sorprendente”, prosigue Llorente.

Como si hubiera nacido con un manual de baloncesto insertado en el cerebro y en buena parte de su cuerpo, el joven base del Joventut domina todos los aspectos del juego con una solidez que algunos jugadores nunca llegan a adquirir. Sus estadísticas en la ACB así lo atestiguan: además de liderar el apartado de recuperaciones (2,7 por partido), es el tercer anotador nacional, sólo por detrás de Marc Gasol y Rudy Fernández, los dos únicos jugadores que le preceden en el ranking de valoración de la Liga,  donde promedia 19,3 puntos.

“De Ricky, destacaría su precocidad, su calidad innata y su intuición: es como si conociese los secretos de lo que es moverse, mide muy bien las distancias”, señala Juan Antonio Corbalán, legendario base del Real Madrid.

Recordando a Corbalán

Considerado por muchos el mejor base europeo de la década de los 80 y uno de los mejores de la historia del baloncesto español, Corbalán también tenía 17 años cuando irrumpió en la élite y se hizo con un puesto en la selección. “Es que a mí, Ricky me recuerda a Corbalán”, apunta Nino Buscató, otro histórico de la canasta  que, durante 10 años, dirigió las operaciones de la Penya .

“Por su forma de mandar en el equipo, por su seguridad, por su saber estar en la pista... Corbalán también hacía esas cosas”, añade Buscató, que, en la etapa final de su carrera, asistió al debut del ex base del Madrid en la selección: Corbalán contaba 17 años, Buscató, 33.

“Nino me aprecia mucho y yo le agradezco la comparación, pero creo que Ricky y yo tenemos una forma de jugar diferente: él tiene mi desparpajo, pero yo era más vertical. Él es más alto, más longilíneo, posee una gran naturalidad y es capaz de más cosas”,  analiza Corbalán.

“Es cierto que juegan de manera diferente porque el baloncesto también es diferente”, concede Buscató. “Y que Ricky no es tan potente físicamente como lo era Corbalán, que además era más serio”, prosigue. “Ricky encandila con sus genialidades, pero posee la madurez, la lectura de juego y la agilidad mental que tenía Corbalán”, insiste.

“A mí no me recuerda a Juan”, tercia Llorente, que compartió cancha y vestuario con el ex base madridista. “Juan era un base de corte más clásico y Ricky es un jugador completo, que es lo que lo hace tan diferente: es muy bueno en todo”, expone.

“Ricky tiene muy buena visión de juego, sabe discernir, se muestra muy seguro y siempre elige la mejor opción”, añade Rafa Jofresa, base del club verdinegro durante 16 años. “Además”, añade, “se ha visto favorecido, entre otras cosas, por el sistema de juego de la Penya, que no es muy complejo: defensa muy agresiva, correr mucho y un ataque muy complicado”.

Entre Slavnic y Delibasic

“Yo diría que Ricky es una mezcla de Slavnic y de Delibasic”, dice Montero, cuya opinión coincide en parte con la de Corbalán. Para el ex base del Madrid, Delibasic fue “el mejor jugador de 17 años que he visto, insuperable”. “Y Ricky puede acercarse a él”.

Jugador tremendamente elegante, integrante de  la segunda generación de oro de la antigua selección yugoslava, Delibasic conquistó una Liga, un campeonato mundial de clubes y una Recopa con el Madrid, además de poseer en su palmarés un oro olímpico, un Mundial y dos campeonatos de Europa. Fue un jugador que despertó admiración y dejó huella.

Ricky está en ese camino. El base del Joventut se comporta en la cancha como si llevase toda una vida jugando. A sus 17 años, dirige a sus compañeros, que en ocasiones casi le doblan en edad, con una autoridad que nadie le discute. Y, además, lo hace bien. “Para mí”, admite Montero, “eso es lo más sorprendente”. “Que sea tan joven y que tenga tanta autoridad sobre los compañeros.

Y no necesita chillar porque esa autoridad le viene de lo que sabe y de lo hace en la cancha”. “Yo no he visto jugar a nadie con su edad a ese nivel y con esa madurez: está a la altura de Prigioni (Tau), Raúl López (Madrid) o Cabezas (Unicaja)”, asegura Llorente. “En Europa, es, sin duda, el mejor jugador de su edad que yo haya visto”, asevera Joan Creus, ex base del Manresa.  Algunos, como Buscató, Jofresa o Llorente, dicen que eso es madurez. Otros, como Corbalán, lo matizan.

“Madurar es precisamente lo que le falta porque es cuestión de tiempo. Cuando te sientes importante en tu equipo, cuando te das cuenta de que no basta con que seas bueno, sino que lo tienes que demostrar y hacer buenos a los demás, entonces eres maduro”, explica Corbalán. “Ricky”, añade, “no tiene madurez sino facilidad. Ser maduro no es lo mismo que ser listo”, abunda. Y pone un ejemplo: algunos tiros mal seleccionados y ciertas actitudes forzadas ante los árbitros.

Sin embargo, si hay algo que no le falta a Ricky es capacidad de trabajo y sacrificio. “Es un gran trabajador, que se preocupa mucho por mejorar y que se marca metas  constantemente”, asegura Joan Creus. Ayudante de Pepu Hernández en la selección, Creus corrobora lo que siempre ha destacado el técnico del Joventut, Aíto García Reneses, y lo que las estadísticas muestran esta temporada. Si el curso pasado el tiro exterior aparecía entre los aspectos más flojos del joven base, éste su acierto anotador también comienza a destacar.

Hace dos semanas, ante el Akasvayu, Ricky anotó 25 puntos y, en la lista de máximos anotadores de la ACB, aparece ya en el séptimo lugar.  “Aunque aún tiene que mejorar, es indudable que ha ganado seguridad en el tiro a distancia”, constata Rafa Jofresa.

No es el tiro el único aspecto que aún debe pulir Ricky porque, si en algo coinciden todos los analistas, es en señalar que el joven base verdinegro se halla en el periodo de plena formación. “El momento de máxima evolución de un jugador está entre los 16 y los 20 años”, expone Corbalán. “Así que no me sorprende que esté a este nivel porque todos los grandes ya eran figuras a los 18 años”. “Su rendimiento crecerá porque aún es un adolescente deportiva y personalmente”, añade Montero. “Le falta cuerpo y, aunque es muy creativo, todavía lo será más porque una de las bases de la creatividad es la experiencia”, abunda Creus.

Aíto y el entorno

Pero no existen dudas acerca de la capacidad de Ricky para cumplir las enormes expectativas creadas sobre él. Por sus propias características, pero también por las de su entorno y por la manera en que el Joventut está dirigiendo su carrera: pese a tener cláusula de profesional (seis millones de euros) y estar plenamente integrado en la disciplina del equipo, Ricky sigue estudiando y tiene prácticamente vetado el contacto con los medios de comunicación.

“El chaval tiene la cabeza muy bien amueblada, pero Aito lo ha sabido llevar muy bien”, elogia Buscató. “Aíto le está ayudando mucho”, coincide Rafa Jofresa. “Creo que el club lo está dirigiendo muy bien porque a los jugadores de este tipo hay que dedicarles un cuidado especial”, estima Llorente. No será hasta el próximo año, al  alcanzar la mayoría de edad, cuando Ricky verá modificado su contrato y su relación con la prensa.

Hasta entonces, periodistas, expertos y aficionados disfrutan de un jugador cuyo próximo gran paso parece conducirle hacia la selección. El nivel, coinciden todos, lo tiene. “Otra cosa”, matiza Montero, “es el rol que pueda tener”. “Entonces, será cuando explote definitivamente, cuando tenga tiempo de demostrar su valía en la selección”, pronostica Corbalán.

“Ése es el último gran salto, el gran reto: tener que ganar Europeos, Copas de Europa, grandes competiciones porque, si no, arriesgas poco”, explica. “Lo que es evidente es que Ricky se ha instalado en la élite y que tiene el nivel de los jugadores buenos de la ACB”, conviene Creus, sin ofrecer pistas sobre la posible inclusión de Ricky en la selección que disputará los Juegos Olímpicos de Pekín. “Lo bueno es que, hace unos años, teníamos problemas para encontrar un base y ahora tenemos varios”, añade, en alusión a Calderón, Cabezas, Sergio Rodríguez y Raúl López.

Primero en el draft de 2009

Si la selección absoluta aparece como una realidad más que inminente para el base de la Penya, no mucho menos lo es la NBA, esa liga ávida de jóvenes talentos. Seguido desde hace años por los ojeadores de varios equipos de la liga estadounidense, algunas prospecciones colocan a Ricky en el número uno del draft de 2009. Sería un hecho histórico: nunca hasta ahora un base europeo ha logrado pasar como el primer seleccionado.

“A no ser que se pierda, que no parece el caso, Ricky llegará adonde él quiera”, asegura Llorente. “Todo indica que será carne de NBA porque jugadores con menos talento ya juegan allí ”, señala Montero. “Pero me gustaría que fuese lo más tarde posible porque uno tiene que irse a la NBA habiendo sido un jugador hecho y consolidado en Europa. La aventura americana con 18 años no creo que sea buena”, añade, en una opinión ampliamente compartida. “Cuantos más años esté en Europa, mejor”, afirma Creus; “porque el baloncesto europeo es mucho más rico y aprenderá mucho más”.

En el fondo, existe también el deseo de disfrutar lo máximo posible de un jugador singular, único. “Ricky marcará época en Europa e incluso en la NBA y, además, mejorará el baloncesto español”, concluye Buscató.

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