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Rosell, el presidente 2.0

Los éxitos deportivos y algunos errores de comunicación y gestión definen el primer año de mandato de Rosell

NOELIA ROMÁN

Quizás porque aún no ha transcurrido ni un año desde que los socios le dieron el apoyo más mayoritario que jamás hayan concedido a un presidente del Barcelona (61,4% de los votos), Sandro Rosell aún no ha exteriorizado los síntomas ligados al ejercicio del poder: más ojeras, menos pelo, más canas... Su cuerpo parece haber resistido con firmeza los 11 meses descontados desde aquella noche del pasado 14 de junio en la que, emocionado y nervioso, prometió ser 'el presidente de todos'. 'No os fallaré', aseguró el recién elegido Rosell a los socios, consciente de lo arriesgado de su promesa. Como vicepresidente deportivo de la junta de Joan Laporta, ya había convivido con la dificultad de dirigir uno de los clubs con mayor repercusión mediática en todo el mundo.

Rosell puede exhibir la renovación de Guardiola y el coto puesto a la deuda

Hoy es su quehacer diario y, a las puertas del final del primer curso, Rosell puede comenzar a hacer balance exhibiendo un expediente deportivo casi intachable: una Liga, una Supercopa de España, una final de Copa perdida ante el Madrid y, la profetizada presencia en Wembley, en la final de la Liga de Campeones. 'Tenemos mejor equipo que el Madrid y estoy plenamente convencido de que estaremos en Wembley. El fichaje de Mourinho es una buena noticia para la Liga, pero no tan buena para el Madrid: los títulos los seguirá ganando el Barça', aseveró Rosell tras asumir la presidencia.

Frente al visceral Laporta, el nuevo mandatario se sitúa en el otro extremo 

Sucede que los logros deportivos son mérito de Pep Guardiola y sus muchachos, y que la aureola del técnico es tan poderosa que, no sólo ha eclipsado al presidente en los momentos cruciales, sino que ha abonado la sensación de que ellos son el verdadero sustento del club. La parroquia azulgrana siempre recordará a Guardiola, en la previa de la ida de las semifinales de la Champions, enfrentándose, solo, en la sala de prensa del Bernabéu, a las insidias de Mourinho. Mientras el socio celebraba la iniciativa del técnico, la junta se limitó a subscribir el discurso del técnico con la boca pequeña a posteriori. Estuvo, sin embargo, mucho más presta tras la última andanada del técnico del Madrid, al que decidió denunciar ante la UEFA por haber faltado al honor del club.

Ya sea por convicción o por estrategia, Rosell se ha situado en el extremo opuesto al mediático, controvertido y visceral Laporta, y sus silencios, a veces incomprensibles, le han costado casi tantas críticas como algunas bravatas al ex mandatario. Muy activo en las redes sociales, nada se supo del presidente durante el episodio que a punto estuvo de costarle al Barça una derrota por no comparecencia ante Osasuna. La lluvia de críticas sobre Guardiola y su equipo tras el maratón realizado para llegar a disputar el partido le sacó del caparazón. 'Asumo toda la responsabilidad de lo que sucedió. Dirigí las gestiones con la Federación y es injusto que se acuse a nuestros ejecutivos y al entrenador de no querer viajar a Pamplona, si no era en avión', asumió Rosell, en una carta abierta a los socios, después de no haber reaccionado convenientemente ante la huelga de controladores aéreos y el estado de alarma decretado por el Gobierno.

El episodio ante Osasuna y la porra del 5-0, sus errores más sonados

Días más tarde, en su primer balance de gestión, el mandatario azulgrana admitió como un 'error' el no haber comparecido públicamente durante meses y prometió subsanar los problemas de comunicación que habían afectado a la junta. Lo ha conseguido a medias, como prueba la polvareda que levantó el 5-0 que pronosticó ante el Madrid, antes del inicio de la serie de clásicos. Guardiola le reprendió públicamente y el presidente acabó explicando que la polémica porra se enmarcaba en una campaña solidaria para recoger fondos.

Rosell, no obstante, puede presumir de haber asegurado la continuidad de Guardiola por un curso más y de haber puesto coto a la creciente deuda del club, a costa, eso sí, de reducir a 40 millones de euros el presupuesto para fichar. Cesc sigue siendo una cuestión pendiente, como la animación en la grada y la agencia de viajes propia. La reciente exclusión de la Supercopa del abono de temporada ha soliviantado a una parte de la masa social que, en general y gracias al equipo de fútbol, apenas repara en el presidente.

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