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Rubén Pardo, cañón y pincel

ALBERTO CABELLO

La noche del estreno de Míchel como entrenador del Sevilla coincidió con la explosión de Rubén Pardo en el centro del campo de la Real Sociedad. El riojano se apoderó del centro del campo en un mensaje evidente de que tiene ya autoridad, pese a su juventud, para que el juego del equipo gire a su alrededor. De sus cualidades como pasador en largo casi se aprovecha Vela en un balón que estrelló en el larguero después de la enorme asistencia del compañero.

Nada nuevo se percibió en los sevillistas en la primera media hora. Al contrario, viejas fórmulas, con la parada salvadora de Palop otra vez ante Vela, sujetaban el empate hasta el descanso. Campaña, compañero de quinta de Pardo, pasó de puntillas en ese empujón que le dio Míchel a la titularidad. Sólo Navas asumió su carga de responsabilidad con un buen puñado de centros. Reyes, muy lejos de la portería, conectó demasiado poco con los delanteros.

La calidad tarde o temprano terminará por aparecer, lo que es más urgente es resolver esos vacíos defensivos que fastidian un partido tras otro. A la tercera, Vela acertó con una volea sin ningún zaguero del Sevilla en su proximidad. Sin tiempo para la reacción, llegó un tremendo cañonazo de Rubén Pardo para dejar finiquitado el partido. Anoeta se ha metido en la cartera la foto de un nuevo ídolo.

A Míchel le queda tarea por delante con un equipo que ya mira de refilón a los puestos peligrosos de los que ya sólo le separan tres puntos.

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