Este artículo se publicó hace 16 años.
Schuster y sus multimedias
El alemán ha utilizado hasta trece centros del campo diferentes sin encontrar todavía la excelencia futbolística.
"Yo estoy muy contento, porque jugamos como un equipo grande. Jugamos con los rivales y cuando hace falta meter quinta marcha lo hacemos y ganamos los partidos. Veo a Federer y hace lo mismo." En el mes de octubre, Schuster sacaba pecho cuando el Madrid recibía las primeras críticas por el juego que desarrollaba. Se sentía fuerte porque los resultados le acompañaban. Era líder destacado y su equipo hacía goles, aunque por entonces se vislumbraba ya que le costaba elaborar el juego, que sufría cuando los rivales no le dejaban espacios para contragolpear.
En todo lo que va de temporada, Bernd Schuster no ha dado con un centro del campo definitivo. Entre Liga, Liga de Campeones y Copa del Rey ha utilizado más de una veintena de combinaciones en el medio. "Ahora somos un equipo más directo", decía Guti en diciembre, cuando se le preguntaba por los problemas que tenía el equipo para controlar el ritmo del juego. Esas palabras de Guti desarmaban la teoría Federer de Schuster de que el equipo podía dominar toda clase de encuentros.
Ternas cambiantes
Desde que se hizo cargo del equipo lo único que ha tenido más claro el entrenador alemán es la utilización de tres centrocampistas tendentes a jugar por el medio. Las continuas lesiones de Robben y lo poco que confía en Balboa le hicieron prescindir desde un primer momento del juego por banda. La estadística dice que la mayoría de los goles del Real Madrid llegan por el centro. El mismo lugar por el que se atasca cuando los contrarios no se descubren.
La terna más utilizada por Schuster ha sido la formada por Diarra, Guti y Sneijder: cinco partidos y cinco victorias. Con este trío empezó el campeonato. Ahí parecía que Diarra estaba destinado a ser la bisagra, el encargado de hacer todas las coberturas. Poco protagonismo para tocar y todo para robar. Sin embargo, es en esa posición, en el vértice inferior del triángulo, donde empezó a dudar Schuster.
Cuando Sneijder se lesionó, entró Gago. Diarra pasó a jugar por delante del argentino, e incluso de Guti. "Yo también puedo hacer tiki-taka", llegó a decir el malí. Fichado para hacer de Makelele, lo cierto es que el Bernabéu no ha visto todavía al incombustible Diarra del Lyon. Jugando por delante del mediocentro ha sido un caos. Ni ha aportado claridad en el juego, ni disparo lejano. Para colmo, ha llegado tarde a la mayoría de las coberturas por tener que recorrer más metros. Tampoco Gago ha convencido como cinco puro por delante de la defensa. Se ha vaciado, pero no ha gobernado los partidos, pero con Sneijder y Guti al lado, el Madrid ha vuelto a carburar.
Cuando ha llegado la hora de la verdad, la Liga de Campeones y la resolución del campeonato se ha revelado como un equipo que no tiene un estilo definido, ni un centro del campo que se imponga, aunque el último partido ante el Sevilla hace que el horizonte se vaya despejando. Los partidos más vistosos del Madrid de esta temporada se han jugado a las dos porterías y los decidían las paradas de Casillas, los golpes de arte de Robinho, los pases del propio Guti y la pegada de Raúl y Van Nistelrooy. El Madrid cerraba los partidos con un saco de goles a favor, pero también con un puñado de ocasiones del contrario.
Circulación nula
Tampoco existía una circulación de balón variada. La secuencia más frecuente y dañina era Casillas-Guti-Robinho-Raúl o Van Nistelrooy. No tiene el Madrid una circulación para ensanchar el campo, ni tiene centrales que saquen el balón. Es un equipo simple, que gana por los descuidos de los contrarios cuando se envalentonan o por individualidades.
De todas las combinaciones en el medio, hay una con la que el Madrid sí dio la sensación de ser homogéneo. Fue la compuesta por Diarra, Sneijder y Baptista. Con esa terna ganó un partido de pierna dura en San Mamés (0-1) y se impuso en el Camp Nou al contragolpe. Con ese trío el Madrid ha ganado todos los partidos.
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