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El Sevilla se aplica el bálsamo del Hércules

Rakitic marcó el tanto que dio los tres puntos a su equipo

ALBERTO CABELLO

 

Del sur al norte, del este al oeste. El Sevilla continúa con sus volantazos entre partido y partido en busca de alguna señal en el camino que muestre la salida de esa caverna tenebrosa en la que se anda sumido. Así andan las cosas cuando se cumple una vuelta de la llegada de Gregorio Manzano al banquillo. Fue tras el partido en el Rico Pérez cuando a José María del Nido se le agotó la paciencia con Antonio Álvarez. Entonces el equipo ocupaba la séptima plaza. La misma que tras el triunfo ante el Hércules, pero con el objetivo de la Champions mucho más lejos.

El estilo o el sello Manzano aún no se aprecia

Si en números la cosa va por el mismo camino, en cuanto a juego el asunto no presenta demasiada mejora. El estilo o el sello Manzano aún no se aprecia. Más allá de que el Sevilla es un equipo loco, que le van los partidos con rumba y con lagunas defensivas, de patrón nada de nada.

Ante los alicantinos tocó el equipo directo. Toda la elaboración y la cocina de la noche ante el Oporto se quedaron en el baúl de los disfraces. El portero Javi Varas ponía el balón en el cielo para que Negredo y Luis Fabiano buscaran en el salto iniciar la jugada de ataque. Medel y Rakitic vieron durante la primera parte una exhibición de maniobras aéreas sin que participaran lo más mínimo en el juego. Navas y Capel sólo rebañaron en la banda las migajas que dejaba la estrategia.

Negredo fue el que más disfrutó en este tramo del encuentro. Ganó casi todo lo que saltó por arriba y cuando bajó la pelota, tuvo claridad para llegar hasta portería. Un magnífico lanzamiento con el exterior se estrelló en el larguero de Calatayud. El madrileño saca la cabeza en esta racha tan irregular de su equipo. Quizá mereció algún minuto más en partidos importantes en los que sólo apareció a última hora.

El balón llegó a Negredo que con el pecho le dejó el gol a punto de caramelo para Rakitic

Con tanto globo por el aire, fue el Hércules el que tuvo más posesión, pero insípida e incolora. Los números de los de Esteban fuera de casa son aterradores. Desde octubre no marca un gol. La proeza del Camp Nou y se acabó. El Pizjuán asistió a una demostración que explica los paupérrimos números de los levantinos lejos de su estadio. Manejó, pero sin aproximarse con la mínima inquietud en el área sevillista. La receta para los de Nervión pedía justo eso: un visitante medroso que no sacara mucho los pies del tiesto en momentos de tanta incertidumbre.

Mientras, el Sevilla a lo suyo. Saque largo para la cabeza de los delanteros. En uno de tantos, el balón llegó a Negredo que con el pecho le dejó el gol a punto de caramelo para Rakitic. Ahí se decidió el partido. Ni los locales mejoraron mucho más ni el Hércules salió de esa tibieza tan acusada. Sólo algunas acciones del delantero vallecano del Sevilla animaron una tarde de lo más anodina.

Hasta el primer minuto de descuento no se percibió esa sensación de agobio a la que está obligado un equipo que pierde por sólo un gol. Balones al área y algún córner. Muy pocas veces hubo tanta distancia en un 1-0.

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